Volver a suspender el tiempo en
el aire como en las eternas noches de verano donde nos encontrábamos entre
partidas de pin pon, besos a altas horas de la madrugada y cantidades ingentes de alcohol que se
suponía que nos ayudaba en nuestras horas bajas. Volver al principio de un
final que nunca llego. Empezar a contar
las estrellas del cielo despejado en el que mañana nos cobijaremos. Porque el
tiempo pasa muy deprisa y ya ha pasado un año desde nuestra última travesura en
el jardín trasero.
Nos vemos en veintidós días.
Lorena Burcat.
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