martes, 10 de junio de 2014

Matices.


Hay tantos matices de los que hablar que ni llenando el océano de botellas con explicaciones de cómo hemos llegado hasta aquí serviría. Botellas a la deriva entre las que iríamos recomponiendo a trozos una historia que desde el principio siempre estuvo incompleta. Creo que nos seguimos debiendo una conversación. Aunque sea la última. Aunque duela. Porque es la única manera de que algún día puedan llegar a cicatrizarse las heridas.

Faltan palabras y sobran reproches. Faltan besos con los que calmar la sed. Abrazos que abrigaran en las eternas solitarias noches. Sonrisas con las que alumbrar el camino a recorrer cuando estuviéramos sumidos en la más inquietante oscuridad. Faltarían recuerdos para que cuando hubiera marea alta sirvieran de salvavidas.  Para aquellos días de niebla en los que no podamos ver más allá de nuestras narices hicieran de faro luminoso para continuar adelante.

Faltaríamos que hubiéramos decidido apostar por un nosotros en común. Manteniendo nuestra independencia. Valorando nuestros riesgos. Y completándonos. Porque las aventuras siempre deberían sumar, nunca restar. Hubiéramos tenido que aprovechar cada oportunidad de gritarnos a los ojos cuanto miedo sentimos por querernos sin medida. Sin control. Sin entender el porque de la situación.


Porque amar es guiarnos constantemente en la dirección de nuestros sueños individuales creando futuros en común. Sobran excusas y faltan caricias. Faltan maletas desechas tras recorrer destinos excitantemente inciertos. Por faltar faltaría el principio de una historia  a la que le sigo buscando una lógica. Sin entender que no hay final posible para aquello por lo que un día decidimos no arriesgar.

Lorena Burcat.

No hay comentarios:

Publicar un comentario