Repetimos patrones como única salida
que conocemos a hábitos deplorables. Sentimos la necesidad de enfrentarnos a
nosotros mismos sin habernos planteado dos veces cual es la escalera de
emergencia más cercana.
Nos creemos invencibles.
Repetimos tantas veces nuestras justificaciones que acompañan nuestro papel
estrella de victima que llega un punto que somos incapaces de diferenciar la
realidad de lo que nuestra mente crea para autocompadecernos.
Recreamos mentiras hasta
convertirlas en verdades solo por el simple hecho de no ser capaces de volver a
la casilla de salida del tablero. Creemos que lanzando al aire los dados a
diestro y siniestro acabará saliendo el cinco necesario para escapar de aquí.
Vivimos un juego a contracorriente
batallando contra los otros. Poniendo zancadillas intentando que otros no logre
sus objetivos. Creyendo que por el acto de haberse quedado sin turno eso será
suficiente como para empañar su carrera.
Pero luchando contra otros hacia
la meta no olvidamos de la regla más importante de la vida. Esta carrera a contrarreloj
solo nos la jugamos con nosotros mismos. Porque al final nuestro resultado será
el reflejo de nuestra lucha hacia nuestros sueños.
Las etapas están para quemarlas, para disfrutarlas y
saborearlas. Aprovechar cada instante. Aprender de los errores. Cambiar de
rumbo si en algún momento vemos que nos hemos
equivocado de ruta.
La vida es como una serie.
Temporada tras temporada van apareciendo y despidiéndose personajes principales
y secundarios. El atrezzo cambia. Los escenarios varían. E incluso algunos
figurantes acaban por hacer que cobre sentido la trama. Decepciones y alegrías repartidas
para hacer de cada etapa un gran espectáculo.
Un espectáculo que iremos
reescribiendo con el paso del tiempo para que la acción vaya creando la tensión
necesaria para que el público se enganche a esta historia sin precedentes.
El domingo empieza esta nueva temporada
de Bradninch Girls. La segunda.
Nadie dijo que encontrar el amor
fuera fácil, pero hallar a un compañero de aventuras sin atadura alguna más allá
de esta noche es mucho más difícil.
Pero para eso estamos. Para vivir
cada paso. Caer y levantarnos. Emocionarnos y enfurecernos. Vivimos
intensamente para descubrir que ocurrirá mañana. Vivimos apasionadamente para
que no nos podamos arrepentir si el mañana nunca llega.
Por todo esto y por lo que queda.
Porque aún hay mucho por contar. Dejémonos llevar y descubramos juntos la nueva
temporada llena de trepidantes aventuras.
Continuamos nuestra infinita lista de la banda sonora de historias en la carretera.
6.Boca en la tierra- Vetusta Morla
Alexa dice que sabrá que está
realmente enamorado el día que se emocione escuchando esta canción. Es un tanto
rebuscada su teoría, pero así es ella.
Digo rebuscada por ser suave. Es
aguda y dolorosa.
“Y nos echamos tanto de menos que
nos da por despegar en avenidas de pegamento, clavados por las rodillas.”
Es una canción ambigua. Según la
revista Rolling Stone es una oda al egocentrismo al que hemos llegado como
humanidad. Creernos a ser dioses. Permitirnos luchar en guerras perdiendo a
nuestros hermanos. Pero el contrapunto está en la fragilidad de nuestros sentimientos.
En el hecho de querer progresar por
nuestros derechos.
Supongo que yo me quedo con la
versión de que toda historia tiene dos caras y no por intentar abarcarlo todo y
perder quiere decir que no hayamos hecho nada bien. Que a veces no hallamos más
opción que sobrevolar gracias a la química o a los químicos para poder seguir
avanzando y crear otra nueva realidad a medias.
Pero sobretodo me quedo con los
gritos infinitos y nuestra pasión desmedida cantando a Vetusta Morla mientras
los ingleses nos miran estupefactos reafirmando su pensamiento de que muy
normales no somos. Y no se equivocan.
7.R u mine- Arctic Monkeys
Aquella fue una noche de las que
jamás me podré olvidar. Por inusual, rara e inigualable.
Cuando recibimos la invitación a
la fiesta del cricket club jamás nos pudimos imaginar acabar en casa del vecino
jugando a las cartas a las tres de la mañana mientras Angel acababa con las
cantidades industriales de alcohol que tenían en la bodega.
Pero el momentazo de la noche fue
el baile. Y aquella despedida ambigua, porque no decirlo.
De repente James se le ocurre la
brillante idea de preguntarnos qué canción queríamos y Violet dice que hay que
animarnos que Arctic Monkeys es la mejor opción.
Entonces hizo su aparición
estelar Brandon. Y a partir de ahí dejad volar la imaginación.
Solo confesaré que sobraba. Acabe
sentada en una esquina del sofá mientras ambos se dejaban llevar bailando como
si fuera la última noche y estuviéramos a punto de desaparecer al borde de un
acantilado. Era un espectáculo de complicidad que me maravilló poder
presenciar. A pesar de que la casa estaba repleta de gente estábamos solo los
tres en aquel inmenso salón pero la sensación es que por momentos aquel espacio
era más pequeño.
La canción se acabó y como si del
cuento de cenicienta habláramos las campanadas de medianoche sonaron. Fue
bonito mientras duró, o al menos eso dice mi memoria. Deberíamos haber
preguntado a los protagonistas, quizás las sensaciones cambiarían.
Espero que a estas alturas y
después de confesar tantas cosas mi niña no me mate. Digamos que tengo su
autorización no explicita para narrar nuestras vidas entre líneas.
8.Do or die- Thirty Secons of Mars
Andy me los enseñó al principio
de nuestra aventura en conjunto y desde entonces nuestros chicos favoritos nos
acompañan en cada viaje.
Son tres hombres de bandera, con
historias a cada cual más increíble. Pero Andy y yo nos quedamos con los
hermanos. Uno para cada una, sin discusión alguna. Quien pillara a Shannon…
Volviendo a su música son
volcánicos y atacan directamente a las emociones y a la vida. Suerte, destino y
fe. Nos dan lecciones de vida. Son personas que han luchado hasta vencer, nunca
hasta darse por vencidos.
Junto a “City of Angeles”
encabezan mi lista de motivación cuando vienen días duros. Lo mejor, el sequito
de ¿fans? Me cuesta llamarlos/nos así. Más que nada porque el trato que ellos
tienen con el público es cercano y cariñoso. Jamás se han olvidado de donde
vienen y creo que esa es la base que constituye su éxito.
Los testimonios reales de sus
videoclips emocionan. Por veraces y por propulsarnos hacia nuestros sueños han
conseguido ser unos abanderados de nuestra causa.
9.Callado- Pablo López
La canción cuenta que siempre hay
un momento en nuestra vida que nos quedamos sin palabras.
No fue exactamente esa la
reacción de Andy aquél 16 de mayo cuando “él” desayunó con nosotras para
celebrar el cumpleaños de mi pollito.
Es uno de los responsables de que
hayamos acabado afirmando que como los hombres españoles pocos.
El culpable de que Andy se
plantee ir a Málaga, Madrid o Barcelona en su búsqueda y conquista. Good lucke
love!
Un amor de hombre que haría las
delicias de cualquiera confesando que aunque vive de las palabras somos las
artífices de que se haya quedado callado.
10.Adicto- Capman
Nuestra debilidad. Poco más hay
que contar. A mi nacho me fascina, a ella Mario la activa.
Conocí a esta banda diferente de
música sorprendente ya hace varios años. Sin duda son uno de mis top five en
bandas para inspirar la vida.
Esos movimientos seductores. Esas
miradas arrebatadoras. Ese pelo que enloquece y esas fauces hambrientas con las
que te dan ganas de devorarlos.
Hubo un día que nos pasamos
viendo más de tres horas seguidas en modo reproducción continua la presentación
en directo de “Adicto” obnubiladas por sus movimientos.
Pero dejando sus imponentes
constituciones como músicos son brutales. Son capaces de mezclar estilos con
una delicadeza y un buen gusto abrumante.
Después de todo, la música siempre es una gran acompañante. Aunque a estas alturas Andy me reclama que esta lista no acaba aquí. Así que toca complacerla. En algún momento continuaré con la parte tres.
Hasta entonces dejaros llevar. La vida realmente cobra sentido cuando nos permitimos aventurarnos a recorrer la carretera en buena compañía.
La música amansa a las fieras y
libera la creatividad.
Soy una aficionada a poner banda sonora a cada aventura
a la que me enfrento. Pero no soy ninguna gran entendida. Hasta hace un año mis
gustos musicales desfilaban entre los 40 principales y los viejos vinilos de
Jazz. Hoy en día aún sigo enganchada a Aretha Franklin, Louis Armstrong, Andrea
Motis, Zaz , Billie Holiday, Miles Davis y un largo etcétera de intérpretes,
más o menos conocidos, que hacen las delicias de mis oídos.
Hace unos meses conocí a una melómana
empedernida. No he conocido nunca a alguien tan apasionado por la música. Los
vinilos y los libros constituirían el grosor de su casa. Y creo que eso lo
dice, prácticamente, todo de una persona.
Parte de culpa la tiene ella sin
duda. Responsable del nuevo mundo que conozco de letras brillantes y cantantes
fascinantes.
Vivimos en mitad de la nada y eso
significa que para llegar a la civilización el transporte público se ha
convertido en nuestro gran aliado, y con él la música. Nos permite que el
transcurso se diluya entre acordes y susurros.
Esto es un pequeño homenaje a ti
y a tu buen gusto. Deberías estar orgullosa, otra cosa no sé, pero buen gusto
musical te sobra.
Primera parte de la banda sonora
de nuestras historias de carretera.
1.Promises- Incubus
Supongo que lo mejor que puedo
hacer es empezar por el principio. 13 de enero. Es gracioso observar la
capacidad que tenemos de asignar canciones a desconocidos que nos evocan momentos
que nos gustarían vivir. Porque sin creer en el romanticismo una de las mejores
declaraciones de intenciones seria “Baby could I be the rabbit in your hat?”
Sencillo y eficaz. Poco más tendrían que decir.
Hay canciones que nos permiten
transportarnos a lugares idílicos o convertir estaciones insulsas en parajes
propios de la última aparición del atractivo Mr. S.
El problema de asociar canciones
con personas es que son intransferibles. No puedes irlas pasando de desconocido
en desconocido. Así que por mucho que el susodicho no vuelva a dar señales de
vida siempre que suene te acordaras de aquel individuo que te dejo una mañana
sin palabras con tan solo pestañear.
2.Love hurts- Incubus
Con el videoclip de esta canción tuve
alucinaciones. La ficción se fundía con la realidad interfiriendo en mi
coherencia y en mi capacidad de decidir. Hay cabrones atractivos que al
conocerlos son pura dulzura y eso los hace más tentadores. Los denominados
chicos malos “nivel Bradninch”. Una femme fatal me dijo una vez que eso era
porque nunca había encontrado a un tipo malo de los de verdad. No se equivocaba.
Y creo que en el fondo lo agradezco. Seguro que me acababa enamorando y jodida
esperando que sucediera como en las novelas pseudo-eróticas. ¡Cuánto daño ha
hecho el Sr. Grey!
Pero dejando al margen las anécdotas
que hacen tangible la música es cierto que el amor duele, pero que es un dolor
agradable que es necesario vivir para llevarnos la recompensa de comprender el
verdadero poder del amor.
3.Kiss me- Ed Sheeran
A mi pollito le fascina a niveles
insospechables esta canción. Dice que junto a Promises de Incubus sería la
canción perfecta para declarase. Luego intenta convencerme que los sentimentalismos baratos no van con ella.
Ya, claro.
Solía decir que el hombre de su
vida aparecería por la puerta en cualquier momento mientras sonara esta canción.
Que eso era así. Cuestión de intuición supongo. Y ocurrió. No que encontrara al
amor de su vida. No creo que eso exista. Pero si que apareció casualmente, o
no, el chico que le gust(ab)a. Y, ¿sabéis que hizo? Nada. Omitió ese hecho como
si fuera un detalle más sin importancia. No será porque no lo repetía hasta la
extenuidad, pero…
Debería haber actuado, o quizás
no. Sea como sea siempre nos quedará la duda de que hubiera pasado de haberse
atrevido a seguir su corazonada.
Pensad muy bien lo que deseáis, algún
día se podría cumplir.
4.Thinking out loud- Ed Sheeran
Una declaración de amor como
pocas. La letra de esta preciosidad habla por sí sola.
Alice dice que la digna sucesora
de Kiss me es Thinking out loud. Es como si entre su discografía se pudiera ir
narrando un precioso idilio desde el principio. A medida que va avanzando y la
intensidad va en aumento los acordes se dan paso a declaraciones más profundas
y mensajes de futuro que prometen.
Sumamos tres a la lista de declaración
de intenciones románticas. Promises, Kiss me y Thinking out loud.
5.Can’t hold us- Macklemore y Ryan Lewis
No me pidáis que me quede quieta
con esta canción porque es imposible. FASCINANTE. A lo grande.
Estos tíos transmiten un buen
rollo que es impresionante. Además la canción es un canto a las discográficas.
Una manera perfecta de decirles que las cosas han cambiado. Que los nuevos
tiempos han llegado. Pero para mí también es una filosofía de vida aplicable a
cualquier persona
Nos explican que nos tenemos a
nosotros mismos para lograrlo. Y con eso es suficiente para conseguir nuestros
sueños. Que nada nos puede derribar. Que podemos rozar el cielo con nuestras
manos. Todo es cuestión de desearlo e ir a por ello.
“Can we go back, this is the moment.
Tonight is the night, we’ll fight. So we put our hands up like the ceiling can’t hold us.”
Además a mi niña le encanta Ryan
Lewis, y porque no decirlo, él en si es un puntazo.
Podría continuar y seguiría durante
horas y horas. Así que creo que habrá que hacer un segundo, e incluso un tercer
post. Mañana continuamos con más. Hasta entonces seguid dejándoos llevar por el sonido inconfundible de la
vida.
Somos de teorías imposible. De
salidas impredecibles. De planes absurdamente descabellados. Y sobre todo de
resultados improbables.
Somos de las que vamos a cazar y
acabamos cazadas por el amigo de nuestra presa.
Somos de las que iríamos a
conquistar el mundo con nuestro superplan y acabaríamos perdiéndonos en la
segunda salida de la rotonda a la derecha. Y eso que de orientación vamos muy bien servidas
Somos de armar estrategias dignas
de ganar la segunda guerra mundial y evaporarnos ante el primer oponente
atractivo.
Somos de las que nuestra locura
nos abandera.
Somos de las que preferimos a los personajes que nuestra imaginación crea que a los hombres con los que frecuentamos en la realidad.
Somos de las que nos enamoramos
de desconocidos bordes en estaciones poco románticas y recordamos su fecha de desaparición
como si fuera nuestro aniversario.
Somos de las que usamos la “infalible”
táctica de mirar fijamente desde el fondo del local a nuestro objetivo como
estrategia para ligar.
Somos tan bobas e ingenuas que
creemos que los tíos son un amor y son monísimos y acaban por decepcionarnos.
Sin duda la malicia brilla por su ausencia en nuestro ADN.
Somos de las que por mucho que
renegamos acabaremos con el tío que menos encaje en nuestra lista de ideales.
Somos un tanto extrañas,
aparentemente, pero todo forma parte de un plan bien armado para jamás
abandonar nuestro amado club de unicornios.
Pero sobretodo somos de las que
un día todas nuestras exageradas y descabelladas ideas acabarán volviéndose realidad
y entonces no sabremos ni cómo reaccionar. Porque dista mucho imaginar que
vivir la realidad. Pero estoy convencida que cuando ese momento llegue la
realidad superara, sin duda, la ficción.
Siempre he estado en búsqueda de la respuesta adecuada para
esta pregunta. Saber que soy. No como me llamo, ni de dónde vengo ni hacia
donde me dirijo. Aunque a la larga he acabado aprendiendo que esas preguntas también
forman parte del total de la respuesta.
Hace 159 días empezó esta
aventura. Cree este blog buscando una manera de poder encontrarme a mí misma.
De plasmar mis vivencias. Mis miedos. Mis retos. Mis victorias. Puesto que me
di cuenta que somos, por lo general, de dar por hecho que siempre recordaremos
los detalles que conforman nuestra personalidad. Dicen que nos podríamos definir
por las cosas que amamos y odiamos. Por lo que nos apasiona y lo que nos aborrece.
1. Soy mi familia.
El templo. El punto de
reencuentro, de retorno. Padres que te enseñan
que creer es crear. Que todo lo podemos lograr si es lo que realmente
deseamos. Hermanos que te ayudan a avanzar. A entender el real significado de compartir.
Con quien aprendes que si solo podemos llegar lejos, acompañados podemos
aprender por el camino. Primas que te ayudan en la búsqueda del verdadero
significado de amor. Las primeras con las que aprendes que la diversión solo
depende de la imaginación. Personas entrañables e inestimables compañeras de viaje.
Donde sé que nada malo me puede pasar. Dónde sé que puedo volver a empezar. Dónde
entender el valor de que creer es crear. El hogar donde aprendí el verdadero significado
de amistad.
2. Soy mis amigos.
La familia elegida. Son un pilar
fundamental de mi vida que constituyen parte de mis alegrías, mis victorias,
mis miedos y mis deseos más ocultos. Partes fundamentales que aun separadas en
la distancia son espectaculares.
Personas con las que encontrarnos en algún punto
remoto del mapa como modo de vida. Personas espectaculares llenas de vida y
pasión. Personas comprometidas y entregadas con nosotras, luchadoras. Personas
paradas y escépticas que me enseñan que el verdadero valor reside en encontrar
el punto medio, eso y el significado real de “fangirlear” Personas dulces e
inocentes que te hacen creer en la verdadera pureza. Personas alocadas y divertidas
con las que soy capaz de reconstruir el imperio Romano. Personas con las que el
tiempo no cuenta perdidas en terrazas de ensueño recorriendo nuestra querida
Barcelona.
Algunos acaban de llegar, otros
ya no están. Pero sea en el punto que sea sí aparecieron fue para darme una
valiosa lección, y eso es con lo que me quedo. Son una parte indispensable de
mis proyectos.
3. Soy mis proyectos.
Cada desafío al que me enfrento. Cada
reto. Cada deseo o cada anhelo de mejorar, de retarme a mí misma y vencer. Cada
punto en mi recorrido que me ayuda a avanzar y a comprometerme en un mañana. Aquellos
que me permiten entender el valor de fracasar.
4. Soy mis fracasos.
Porque estos también cuentan en
quienes somos. Películas que no salen, guiones que no sirven, personas que nos
comen. Todas estas cosas configuran una parte importantísima de nuestra
persona. Un fracaso es un nuevo desafío a mejorar nuestra formula. Una
oportunidad más de volver a empezar. De aprender que no hemos de rendirnos,
solamente reinventarnos. Aquellos que nos permiten seguir viajando.
5. Soy mis viajes.
Lugares que marcan un punto de inflexión
en mí. Sitios donde perderme para volverme a encontrar. Calles de París donde
se quedó mi niña interior intentando encontrarse entre tantas luces. Monumentos
que hablan por sí solos. Rincones de Brujas que me devuelven a mundos paralelos.
Bogotá, donde aprender el verdadero sentido de la supervivencia. Londres, la américa
europea donde los sueños se pueden lograr. Barcelona me evoca a casa, a
felicidad. Y contra eso nadie puede ganar. Parajes que me permiten seguir
soñando.
6. Soy mis sueños.
Cada deseo hace que de un paso
más. Dejarme llevar. Creatividad desbordante. Saber que puedo contar conmigo
misma para conseguir todo aquello que me proponga. Que el único limite es
nuestra mente. Que el reto consiste en plantarle cara a nuestros miedos. Que si
queremos, podemos. Los sueños son los que construyen nuestros sueños.
7. Soy mi futuro.
Todo lo que está por llegar. Lo
que vendrá. Lo que ya está ocurriendo. Cada amanecer significa una nueva
oportunidad para mejorar. Para continuar escribiendo nuestra propia historia.
Es imprescindible saber cuál es nuestra meta para poder llegar. Peor que los obstáculos
del camino no nos hagan dudar. Podemos conseguir todo aquello que deseemos
porque tenemos la libertad de imaginar. El poder de arriesgar y cumplir con
nuestras expectativas.
8. Soy mis expectativas.
Una casa enorme de techos
intocables. Un velero recorriendo el mediterráneo. Sobremesas eternas. Bailes con
desconocidos que nos transporten a mundos paralelos. Vivir entre París, Inglaterra
y Barcelona. La ruta 66 en Cadillac descapotable. Descubrir mi inspiración en
manos de lo desconocido.
9. Soy todo lo desconocido que me
inspira.
Aquel señor mayor que me explico
que para él la felicidad era seguir viviendo. Aquel atractivo desconocido al
que jamás me atreví a preguntarle el nombre y que ahora he de inventarme su
identidad para poder continuar. Lugares etéreos que nos permiten seguir
soñando. . La niña que me hizo entender el verdadero significado de ser única.
10. Soy.
Mi pasado que me ayudó a
continuar, el presente que estoy viviendo y el futuro que me voy a encargar
cuidadosamente de construir. El conjunto inexacto de todo lo que me hace feliz.
La búsqueda del significado real de SER. La lucha por descubrir mi cometido.
Perseverancia, entrega, pasión y dulzura. Carácter y fuerza. Leal, desordenada
y demasiado dura conmigo misma.
Poco a poco seré capaz de cubrir por completo quién soy. Nos vemos la semana que viene con más. Hasta entonces seguid buscando quienes sois o quienes queréis ser. La respuesta solo la tenemos nosotros mismos. Sed felices.
Somos animales de costumbres. Hay
detalles que repetimos hasta la extenuidad sin darnos cuenta. Hábitos que nos
hacen únicos. Reflejos diarios que marcan la diferencia entre unos y otros.
Soy de las que piensan que al
final el resto del mundo nos recordará por nuestras manías.
Quizás no me acuerde del día en
que dejo de ser solo un familiar más y pasé a considerarla mi hermana. No sabría
deciros que helado es su favorito ni cuál es su número de la suerte. Aunque no sé
yo si es mucho de creer en la suerte y el azar. Pero jamás olvidaré que come
todo a pares. De dos en dos. Y no intentes probarla, es algo invariable en su
rutina. Dicen que su hermano es igual. Cosa de hermanos, supongo. De los de verdad.
Tengo una amiga que es la mujer
más escéptica a la que me he enfrentado en mi vida. Dura. Pero con un gran
corazón. Siempre le digo que es una femme fatal con alma enamorada. Nunca acabo
de saber qué es lo que piensa. Y seguramente con el paso del tiempo se me
acaben olvidando detalles de su trepidante historia. Pero hay algo que siempre prevalecerá.
Su amor incondicional por el chocolate. No podré olvidar su manía de untar las galletas Príncipe con
Nutella. Eso es así.
Mi niño pequeño siempre es un
misterio. Frío y tierno. Una imagen de tipo duro aunque sé que en el fondo
extraña a la ñoña de su hermana. La distancia nos separa pero no olvido que o
el agua se bebe fría o no sabe a agua. Que la horchata sabe mejor directamente
de la botella y que su deporte favorito es desquiciar a mama jugando a ser
Maradona con el balón en el salón.
Seguramente con el paso del
tiempo acabe olvidándome de si soy más de atardeceres o de amaneceres. De la
fecha exacta del día en que empecé a amar escribir. Del día en que aprendí que
viajar y descubrir nuevos mundos en miradas ajenas es mi mayor desafío. Pero sé
que pase lo que pase no olvidaré que la tortilla de patatas me ayuda a sentirme
como en casa. Que no hay mejor helado que el clásico sentado frente al mar poniéndome
al día con mis hermanas de corazón y que el único alcohol que tomo es el Brandy que
mama le echa al tiramisú.
Detalles sin aparentemente importancia que, para mi, lo dicen todo.
Porque en la vida lo que marca la
diferencia entre lo bueno y lo superior, lo que consigue que jamás muramos,
porque siempre nos recordarán por ello, aquello que nos hace crecer y avanzar son las
pequeñas dosis con las que saboreamos nuestra realidad.
Mama siempre contaba que quien lee descubre mil mundos en solo una lineas. Que no existen fronteras, ni barreras infranqueables. Que leer es saber. Y quien sabe tiene el poder de decidir hacia donde se quiere dirigir.
Crecí entre mundos de fantasía nocturna leyendo las trepidantes aventuras de Tintin y Asterix y Obelix bajo las mantas. Iluminando las guerras de Galos contra Romanos con una linterna un tanto pobre de luz pero que permitía iluminar mi espíritu lo justo y necesario para combatir por el bien a su lado.
Un día descubrí lo interesante que era poder recrear mundos imaginarios en un trozo de papel. Lienzos en blanco para la diversión y la expermimentación. Nadie podía cortarme las alas a pintar las mayores batallas por la igualdad.
Hace un puñado de meses, sin saber como ni porque, decidí que en el mundo "real" existen mil y una aventuras que disfrutar. Entendí que la libertad esta en poder escoger el siguiente destino a conquistar.
Hace año y medio acepté el reto de desplegar las alas y empezar a volar. Nadie dijo que los principios fueran fáciles, pero peor hubiera sido no arriesgar. Quedarme conforme con la vida plana y monótona que se percibía al final del camino.
Cada mañana es un nuevo desafío. Un reto perpetuo al que me fascina enfrentarme. Porque cunado cedemos parte de control a lo desconocido es cuando empezamos a conocernos a nosotros mismos.
Se que cuando sea mayor les contaré a mis nietos, si es que eso llega a acontecer, que la mayor historia que les puedo ilustrar se consigue con un billete de tren o de avión en mano y un mapa en la otra. Que una sonrisa es la clave para abrir la puerta a cualquier nueva cultura. Y que si hay una aventura que valdrá la pena relatar en el futuro es nuestro transcurso en descubrir en que lugar acabamos encontrando el verdadero significado del hogar.
Las cosas de palacio van
despacio. O eso decía mi abuela. Por, eso y a pesar del retraso aquí tienes tu
regalo. Sabes que somos mujeres con una vida muy ajetreada y no hemos podido
llegar a tiempo, you know what we mean.
Sabemos que la distancia no se
supera por mucho posts ni mensajes que nos enviemos. Pero esperamos que ayude
un poco más a pasar el trago hasta volvernos a reunir en cualquier ciudad
encantada.
Eres una mujer genuina. Divertida
y alocada. Si pensamos en ti nos viene a la cabeza la adorable y aprensiva nerd
parada a la que el capitán del equipo de futbol americano le acaba golpeando en
la cabeza con el balón justo cuando ella iba distraída leyendo Orgullo y
prejuicio. Fruto de ese encuentro se despierta un amor puro y verdadero capaz
de superar cualquier obstáculo social al más puro estilo de Romeo y Julieta.
Quizás eso último sea un poco más
improbable. Pero estamos convencidas que tu paradez algún día servirá para
conquistar a tu Superman particular. Porque hay cosas en la vida que aunque no
las buscamos acaban apareciendo.
Esperamos que disfrutes de esta
nueva etapa. Que te emociones, te ilusiones y te apasiones con cada pequeño
detalle que vivas. Porque el verdadero significado de la vida es reconocer la
belleza etérea y aprender a capturarla para que en momentos de dificultad nos
ayude a continuar
Desde la Inglaterra profunda, o
más viene desde middle of nowhere, deseamos que seas muy feliz. Nos vemos
pronto. Ojala para la próxima aventura en conjunto nos sorprendas con tu
abandono del club. Sabemos que lo aprecias mucho y que quieres quedarte como la
guardiana eterna. Pero creemos que ese no es el papel que te corresponde en
esta obra, lo sentimos. (No Andy tampoco te vas a quedar tú, no flipes).
Un besazo enorme y disfruta de
nuestro pequeño homenaje.
Solo hay un juego al que por mucho que probemos nunca acabamos venciendo.
Un juego complicado en el que cada partida es volver a empezar. Regresar al punto inicial de salida.
Un juego donde unos se comen una y cuentan veinte, otros van de oca en oca y tiro porque soy idiota y otros deciden quedarse eternamente perdiendo el turno.
Un juego arriesgado donde salir mal parado no es una opción viable. Lo es todo.
Un juego que engancha. Que crea una maldita adicción que nos hace sentir vivos. Hace que la adrenalina nos invada y que los pensamientos se nos nublen. Permite que la coherencia se diluya y que en nuestra mente se instale indefinidamente nuestra niña interior kamikaze.
Un juego que no entiende ni de edad, ni de sexo, ni de religión. Vayamos donde vayamos existe. Nos persigue como una pandemia que arrasa con todo lo que toca a su paso.
Un juego que siempre persistirá. Por mucho que intentemos huir de el. Por mucho que creamos que vamos un paso por delante. Que jugamos con ventaja. Creemos que por haberlo intentado tantas veces y perdido la gran mayoría lo controlamos. Seguramente este es el único juego en la vida con el que el dicho de " O se gana o se aprende" no cuenta.
Un juego poderoso y que a pesar de que duela algo muy positivo ha de tener para que sigamos persistiendo y repitiendo hasta la extenuación.
Porque el amor es el único juego que sabes que vas a perder de antemano y aun así sigues jugando.
Las cosas buenas de la vida ni se
compran ni se venden. Se comparten.
Pero soy de las que ODIO, en mayúscula
y en negrita, compartir la comida. Y ya no hablemos del postre. Más si es brownie
de chocolate casero. Ni la cama. Demasiado agobio. Ni los atardeceres. A solas
con un buen vino y un mejor libro. Rozando con la yema de los dedos la escurridiza
arena de cualquier playa desierta.
Aunque contigo hago una excepción. Porque eres la excepción que confirma mi regla.
Contigo compartiría el helado de chocolate en la
playa. Un helado que se derretiría mientras me embeleso mirando la mezcla tan
genuina del mar en el horizonte y el tacto de tu barba al besar mis hombros. Un
helado a lametazos insinuantes que nos abriera el apetito de algo más salvaje.
Contigo compartiría la cama. Y aunque
es verano y hace calor dormiríamos abrazados. Sudorosos tras un polvo descomunal.
Compartiríamos sueños, miedos y frustraciones. Y eso significa mucho más que
unos centímetros de sabanas.
Contigo compartiría los
amaneceres tras prometedoras noches infinitas.
Así que sigo pensando que contigo sería capaz de compartir
las cosas buenas de la vida. Mis imprescindibles solitarios. Mis delirios más
ocultos. Contigo no habría reparo.
Y sin embargo aquí sigo. Viendo anochecer
desde mi cama aferrándome a las galletas de chocolate como tabla de salvación
con el mar como fondo de pantalla y contigo bien lejos de mí.
Dicen que al viajar te encuentras
por contraste. Que crecer es aprender a despedirse. He cerrado tantas puertas y
he abiertos tantos nuevos horizontes que ya no sé dónde me acuesto. Ni donde
voy a descubrir mi nuevo destino. Sé que esto es solo una zona de paso más. Un
lugar puente que conecta con mi próximo destino aún incierto.
Es fascinante cuán rápido me
adapto a las nuevas emociones. A las calles que aunque parecen que siempre
cuentan las mismas historias siempre te permiten descubrir significantes
aventuras.
Me entristecía saber que podría
seguir avanzando por las inmensidades de estas nuevas realidades pero que nunca
tendría un punto de retorno. Un hogar al que volver y refugiarme. Cuatro
paredes que se convirtieran en pilares donde fomentar mi libertad. Viajes que
siempre tendrían destino de vuelta. Regresos placenteros que me ayudarían a dar
un paso más allá. Porque pasará lo que pasará siempre estaría ahí para mí.
Me equivoque. Soberanamente. Había
un pequeño detalle que no tuve en cuenta. Un minúsculo matiz que cambió el
significado de aquel discurso ofuscado.
La realidad se tornó diferente cuando entendí que al final moriré en
tierra de nadie.
Y a todos nos pasará lo mismo.
Porque no pertenecemos al nido en
el que nacemos sino al cielo en el que aprendemos a volar.
Porque ahora sé que vaya donde
vaya puedo construir mi hogar. Envejecer con el conocimiento de que cada
atardecer es un refugio para el próximo despertar. Porque vayamos donde vayamos
siempre nos tendremos a nosotros mismos. Y que pase lo que pase la luna es la
misma en cualquier lugar. Y eso nos da la seguridad de que una nueva aventura
esta por empezar.
Hay momentos que marcan un antes
y un después en nuestro recorrido sin que seamos conscientes de ello. Instantes
sin retroceso que nos permiten dar saltos equitativos a nuevas realidades. Hay
noches memorables. Luego está la noche.
Aquella noche construimos las
estrellas a base de cálidas caricias. Les
dimos vida. Las encendimos y las colgamos en el firmamento para que otros pudieran
iluminar sus apasionantes veladas con ellas. Apagamos a besos nuestras
preocupaciones. Nos deleitamos recorriendo todas las posibilidades de aquella habitación.
Memorizando cada suspiro, cada gemido. Intentando que el tiempo se volviera
impasible y no avanzara. Rogamos para que nuestros miedos se disiparan.
Sabíamos de antemano que era el
final. Ninguno de los dos nos atrevíamos pero poco podíamos hacer por salvar el
silencio sepulcral que se había instaurado en nuestras vidas. Las emociones
empezaron a congelarse. A esfumarse. Sabíamos que habían opciones pero ninguno
de los dos estuvo dispuesto a luchar por ello. Nos aferramos el uno al otro en
un último viaje hasta el séptimo cielo. Ida y vuelta. Y entre lágrimas
silenciadas caímos presos en manos de Morfeo.
Como siempre se nos pegaron las
sabanas y llegamos tarde a nuestro particular apocalipsis.
Y aquí estamos. Mirando al existencial vacío
sin saber que hacer solamente rodeados de un montón de nada.
Hay días en el que todo sucede a cámara
lenta. Nos movemos inconscientes repitiendo patrones ocultos. Revelando ante
los ojos del mundo cuan preciado es el aire para nosotros.
Sin querer somos capaces de
recrearnos en sonrisas de niños. Ilusionarnos en miradas perdidas. Siendo
incapaces de ver la fingida alegría de aquellos que se marchan. De lo que
emprenden un largo camino hacia lo desconocido siendo conscientes de que no
regresaran. Y aun así lo hacen.
Se atreven con todo. A dejar
aflorar sus sentimientos fuera de su área de control. Se permiten volver a
empezar corriendo el riesgo de nunca acabar. Porque la vida en sí misma es una aventura
sorprendente de la que hemos de disfrutar. Enroscarnos en avenidas sin salidas.
Dirigiéndonos por carriles en contra sentido. Cediendo. Dejando que nuestra
sensatez tome un respiro. Hacer una alto en el camino para contemplar el futuro
destino. Replantearnos cuál va a ser el próximo paso. Permitirnos contemplar la
realidad desde otro punto de vista. Sentirnos frágiles ante la inmensidad del
universo y a la vez extremadamente poderosos. Poderosos de ser los únicos artífices
de descubrir donde despertaremos mañana.
Porque las cosas que realmente
merecen la pena vivir son las que te permiten que tus emociones se intensifiquen.
Aquellas que hacen que la vida se detenga durante un instante para saborear
cada nuevo recorrido. Aquellas que aun sin ser nuevas siguen sorprendiendo y
maravillando.
Al fin y al cabo lo que realmente
le da el valor a la vida es sentir que podemos abrazar la libertad. Permitirnos
descansar en brazos de Morfeo y dejarnos llevar. Descubrirnos contemplando el
milagro de los sueños en retroceso. Sabiendo que nada es imposible mientras
estemos dispuestos a alcanzar velocidad a pesar de que vivamos en una carrera continua a
cámara lenta.
Molly había soñado con la noche
perfecta. La velada redonda. Poco se podía escapar a su control. Estaba
preparada. Lista. No iba a dilatar más la espera para enfrentarse a sus más
temidos monstruos internos.
Le costó mucho más de lo que seguramente
esté dispuesta a confesar llegar hasta ese preciso momento. Lo había hablado
miles de millones de veces con sus amigas. Ser la víctima o la heroína de tu
vida depende de una misma. Había decidido que tanto tiempo después iba a redireccionar su vida. El destino no está escrito en las estrellas.
No se equivocó. Bueno, nada aconteció
según lo previsto. Pero sin duda aquella experiencia marco un antes y un después
en su aventura.
Hay mucho cobarde suelto. Gente
incapaz de reconocer sus emociones. Y mucho menos de expresarlas. Compartirlas.
Es curioso cuan egoístas podemos volvernos por no enfrentarnos a nuestros
miedos. Somos capaces de preferir que el otro acabe jodido y sin respuestas. Jugar por no saber que opción escoger.
Tratar de evadir nuestros problemas entre nubes de cenizas. Intentar descubrir
la respuesta adecuada de rodillas. Cambiar de dirección en el último segundo haciendo
que el otro se desoriente. Y todo por no ser sincero con uno mismo. Pero eso es
una historia para otro día.
Sin duda de todas las opciones
posibles. De todas las salidas a aquella noche esa no estaba prevista.
Imposible calibrar aquello que va a pasar. Pero o se gana o se aprende.
Aquella noche Molly aprendió que
el valor real de uno mismo solo nos lo podemos asignar nosotros. Nadie puede
cuantificar lo que valemos. Porque somos la suma inexacta de todas nuestras
historias. De todas nuestras batallas. Las vencidas y las aprendidas.
Entendió que lo importante es
tomarnos los contratiempos con humor. Reírse de los problemas absurdos que se
nos plantean en el recorrido. Afrontar con optimismo las adversidades que nos
ayudan a crecer. Reconocer cuando el problema es nuestro o simplemente es una huida
del otro.
Sintió que enfrentarse a nuestros
miedos siempre tiene una recompensa positiva. Porque solo dando un paso más
allá de nuestra amada zona de confort podemos encontrar el significado real de querernos.
La sensación de que por fin
tienes el control real sobre tus acciones no tiene precio. Saber que a partir
de ahora seguimos hacia adelante agradeciendo cada bache que nos ha permitido
estar hoy contemplando este nuevo principio.
Pero lo más importante es que lo consiguió.
Consiguió hacer una de las cosas más difíciles en la vida que es desaprender
una creencia y aprender una completamente distinta. La lección más grande que aprendió
fue que los hombres son buenos.