Dudar está sobre valorado. Dicen
que lo importante es dejarse llevar. Elegir una opción e ir hasta el fin con
ella. Imponerse ante el miedo a lo ajeno, a lo desconocido, al que vendrá.
Nos empeñamos en explicarnos que
todo cambiará. Que mañana será otro día. Que el viento volverá a soplar las
velas y pondremos rumbo fijo y definido a nuestro destino. Que lo importante es
el contenido, no el continente. El regalo es el camino transcurrido. Que la
meta es solo una puerta para empezar a
luchar por un nuevo sueño.
La balanza se decantara por el
lado correcto. La verdad saldrá a la luz y los miedos se disiparan. Porque el
amor siempre acaba triunfando.
No voy a ser yo quien empiece a
contradecir todo lo anterior, pero sí.
No existen ni lados ni opciones
correctas. Solo la tuya. Aquella por la que apostar a todo o nada y asumir las
consecuencias. La verdad es siempre relativa. Depende quien sea el árbitro en
este partido. Suelen decir que la hierba siempre es más verde al otro lado del
río. El amor siempre está, perdamos o ganemos. En todos sus formatos. En todas
sus vertientes. Y los miedos no desaparecen sin más. Hay que batallar por
ellos. Amarlos tanto que acaben de nuestro lado. Pero siempre hay un detonante.
Una incertidumbre que nos acongoja la existencia.
Al final nos damos cuenta que lo único que nos acojona es
ser feliz. Y eso lo complica todo un poco más. Creo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario