Se supone que lo que más debería desear
es estar contigo. Abrazarte, besarte. Ceder. Aprovechar esta tormenta de verano
para encontrarnos a mitad de camino y dejarnos llevar.
Y es cierto, el diluvio universal
que está cayendo me incita a salir y a fundirme con él. Pero sin ti. Necesito llorar
y mezclar mis salinas lágrimas con gotas de lluvia. Que ya no sepa si sigo
llorando, si lo único que queda intacto es el miedo. Quizás sea la rabia.
Siempre cuentan en las películas
que cuando llega el momento lo sabes. Y yo ya no sé si eres tú, o soy yo o que el
tiempo no avanza y esto no llega.
Hoy todo me parece insensato. Ya
no sé si es el miedo el que habla por mí o la cordura me narra que me estoy
equivocando.
Hay dos salidas muy diferente y
no se cual he de escoger. No sé si me arrepentiré si arriesgo. Si mis dudas están
fundamentadas por mis miedos más profundos o es mi Pepito grillo el que me
habla y me dice que esto no es lo que quiero. Que siempre lo imagine diferente.
Y aunque he llegado a la conclusión de que no me estoy conformando no sé si es
suficiente.
No quiero perder oportunidades y
arrepentirme por no haber subido al tren en el momento correcto. Pero, ¿y si el
tren acaba estrellando?
Me queda muy poco tiempo de reacción.
Muchas dudas por resolver. Siento que la solución al dilema está escondida muy
profundamente. Quizás lo que aún no sepa entender es que la única respuesta se
encuentra bajo la piel.
Lorena Burcat.
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