martes, 5 de agosto de 2014

Bajo la piel.


Se supone que lo que más debería desear es estar contigo. Abrazarte, besarte. Ceder. Aprovechar esta tormenta de verano para encontrarnos a mitad de camino y dejarnos llevar.

Y es cierto, el diluvio universal que está cayendo me incita a salir y a fundirme con él. Pero sin ti. Necesito llorar y mezclar mis salinas lágrimas con gotas de lluvia. Que ya no sepa si sigo llorando, si lo único que queda intacto es el miedo. Quizás sea la rabia.

Siempre cuentan en las películas que cuando llega el momento lo sabes. Y yo ya no sé si eres tú, o soy yo o que el tiempo no avanza y esto no llega.

Hoy todo me parece insensato. Ya no sé si es el miedo el que habla por mí o la cordura me narra que me estoy equivocando.

Hay dos salidas muy diferente y no se cual he de escoger. No sé si me arrepentiré si arriesgo. Si mis dudas están fundamentadas por mis miedos más profundos o es mi Pepito grillo el que me habla y me dice que esto no es lo que quiero. Que siempre lo imagine diferente. Y aunque he llegado a la conclusión de que no me estoy conformando no sé si es suficiente.

No quiero perder oportunidades y arrepentirme por no haber subido al tren en el momento correcto. Pero, ¿y si el tren acaba estrellando?

Me queda muy poco tiempo de reacción. Muchas dudas por resolver. Siento que la solución al dilema está escondida muy profundamente. Quizás lo que aún no sepa entender es que la única respuesta se encuentra bajo la piel.


Lorena Burcat.

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