Repetimos patrones como única salida
que conocemos a hábitos deplorables. Sentimos la necesidad de enfrentarnos a
nosotros mismos sin habernos planteado dos veces cual es la escalera de
emergencia más cercana.
Nos creemos invencibles.
Repetimos tantas veces nuestras justificaciones que acompañan nuestro papel
estrella de victima que llega un punto que somos incapaces de diferenciar la
realidad de lo que nuestra mente crea para autocompadecernos.
Recreamos mentiras hasta
convertirlas en verdades solo por el simple hecho de no ser capaces de volver a
la casilla de salida del tablero. Creemos que lanzando al aire los dados a
diestro y siniestro acabará saliendo el cinco necesario para escapar de aquí.
Vivimos un juego a contracorriente
batallando contra los otros. Poniendo zancadillas intentando que otros no logre
sus objetivos. Creyendo que por el acto de haberse quedado sin turno eso será
suficiente como para empañar su carrera.
Pero luchando contra otros hacia
la meta no olvidamos de la regla más importante de la vida. Esta carrera a contrarreloj
solo nos la jugamos con nosotros mismos. Porque al final nuestro resultado será
el reflejo de nuestra lucha hacia nuestros sueños.
Lorena Burcat.
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