lunes, 18 de agosto de 2014

Love is a losing game.


Solo hay un juego al que por mucho que probemos nunca acabamos venciendo.

Un juego complicado en el que cada partida es volver a empezar. Regresar al punto inicial de salida. 

Un juego donde unos se comen una y cuentan veinte, otros van de oca en oca y tiro porque soy idiota y otros deciden quedarse eternamente perdiendo el turno.

Un juego arriesgado donde salir mal parado no es una opción viable. Lo es todo.

Un juego que engancha. Que crea una maldita adicción que nos hace sentir vivos. Hace que la adrenalina nos invada y que los pensamientos se nos nublen. Permite que la coherencia se diluya y que en nuestra mente se instale indefinidamente nuestra niña interior kamikaze.

Un juego que no entiende ni de edad, ni de sexo, ni de religión. Vayamos donde vayamos existe. Nos persigue como una pandemia que arrasa con todo lo que toca a su paso.

Un juego que siempre persistirá. Por mucho que intentemos huir de el. Por mucho que creamos que vamos un paso por delante. Que jugamos con ventaja. Creemos que por haberlo intentado tantas veces y perdido la gran mayoría lo controlamos. Seguramente este es el único juego en la vida con el que el dicho de " O se gana o se aprende" no cuenta. 

Un juego poderoso y que a pesar de que duela algo muy positivo ha de tener para que sigamos persistiendo y repitiendo hasta la extenuación. 

Porque el amor es el único juego que sabes que vas a perder de antemano y aun así sigues jugando.

Lorena Burcat.

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