Me siento cohibida. Intento
recapacitar. Siento que a veces pierdo el sentido y me siento tuya, y recuerdo
que las personas no se poseen, simplemente te ganas el privilegio de que
alguien este a tu lado. Nada más. Pero entonces llegas tú y con un simple roce
me haces suspirar. Los días dejan de pasar, de pesar y empieza la
cuenta atrás hasta levitar.
Intento meditar cual es la
solución a este enfrentamiento sin
sentido. Esta discordancia de sentimientos. Asimilar que esto también pasa. Que
el sentido de la vida reside exactamente en el punto inconexo que hay entre lo
que queremos y lo que debemos.
Si dijera que llevo tres noches
en vela poco me equivocaría. Hago y deshago mil teorías. Las ordeno en listas absurdas
y un tanto inservibles. Desde las más descabelladas hasta las más coherentes.
De las probabilidades que existen. Me asombro de lo absurda que me pongo haciendo listas,
intentando encontrar el punto donde la balanza se decanta.
Pensándolo en frío y antes de que
me vuelvas a calentar y que las ideas se me empañen será mejor que nos alejemos.
Que tomemos distancia. Un punto y aparte. Un despedida que compense las lágrimas
que las consecuencias acarrearan. Un hasta luego hasta esta noche. Porque mi
gata interna al aparecer la luna hace de la suyas y vuelve para remover mis
emociones y hacer que levite mientras tú me deleitas aunque sea con mentiras
camufladas en caricias.
Lorena Burcat.
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