Unas palabras de más pueden
provocar que tu teoría conspiratoria sobre los hombres se reduzca a nada. Pocas
cosas me fascinan más en la vida que tener conversaciones que me hagan
replantear afirmaciones que daba por sentenciadas.
Soy de las que creo que no existe
la persona idónea, todo depende del momento y del contexto. La pareja perfecta
se crea basándonos en las imperfecciones que lejos de alejarnos nos fortalecen como
futuro en común. Seguro que sería más sencillo si naciéramos con un número
determinado y todo el trabajo que habríamos que hacer es encontrar el otro
igual. Aunque es igual de cierto que entonces haríamos desaparece el poder de
la seducción, los pasos previos, los nervios incipientes de las emociones que
florecen.
Nos empeñamos en que la pareja
perfecta existe. Un caballero de brillante armadura, un príncipe azul que no
destiña al tercer lavado. Aquel capaz de hacernos comprender la relativización del
tiempo y el espacio. Alguien que nos conquiste desde el respeto, la comprensión
y la tolerancia. Que realmente eso debería ser la base de cualquier relación. Pero
preferimos centrarnos en hallar la formula exacta para que el héroe del cuento
aparezca a rescatarnos cuando ni nosotros mismos sabíamos que necesitábamos alguien que nos proteja
y nos diga que todo va a salir ver. Quizás parte del problema reside en que no
somos capaces de comprender que lo que buscamos puede estar más cerca de lo que
pensamos.
Porque al final los superhéroes no
son más que simples mortales dispuestos a hacer cualquier cosa por amor.
Lorena Burcat.
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