lunes, 6 de octubre de 2014

Lunes post-resaca.


Creo que no llegaré a entender la gente que afirma que hay vida antes del café de las nueve. Antes de eso de persona tengo poco. Vida y media me cuesta arrastrarme hasta la ducha. Si es un lunes quizás ni eso consiga. Digamos que el sábado se nos fue un poco de las manos y ya no sé si esto es falta de sueño o que la resaca ha decidido instalarse.

Aún sigo intentando reconstruir a pedacitos alguna escena completa y coherente de nuestra última fiesta sin suerte. Sofí me ha llamado por si me apetecía comer con ella. Creo que mi menú será un par de flat whites en vena y una aspirina.

Si me cuesta acostumbrarme a razonar antes del primer café, hacerlo tras dos noches apoteósicas el resultado puede llegar a ser un desastre descomunal.  Pero no hay mal que por bien no venga. Ahora solo falta ponerle nombre y rostro al número de teléfono que he encontrado escrito en el dorso de la cajetilla de tabaco.

No encuentro el momento oportuno para acabar el trabajo y volver a casa a enterrarme en una montaña de mantas mientras el diluvio universal se cierne sobre nosotros al otro lado del cristal. Y tengo los acompañantes perfectos, pizza de pepperoni y helado de chocolate.


Los lunes post-resaca no suelen ser sencillos. Pero con sobredosis de cafeína y comida basura todo se lleva mejor.

Lorena Burcat.

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