jueves, 31 de julio de 2014

Los imprescindibles de julio.



La distancia. Nadie mejor que ella para enseñarte el valor de lo que dejas. De lo que reencontrarás. De lo que permanecerá. Y la magia siempre está presente. Y hay imprescindibles. Estos son los de julio.

1. Los atascos.



Una consecuencia de las vacaciones de verano son los atascos. Miles de personas se adentran en las carreteras buscando salidas a sus problemas. Cada uno tiene un destino al que ansía llegar. Un final que quiere descubrir.

Cada verano iba en coche durante seis horas hasta llegar al pueblo de mi madre. Un oasis de amor y diversión. A la subida o a la bajada nos encontrábamos aglomeraciones ingentes de tránsito. Jamás me preocuparon. Siempre me parecían realmente interesantes. Lugares indescriptibles para vivir aventuras impensables.

Creo que no había año en el que no soñaba que  al crecer iría como cada verano al mismo destino pero la historia cambiaría. Habría tal embotellamiento que nos bajaríamos del coche mi prima y yo y entablaríamos conversación con los vecinos. Unos guapos californianos que buscaban tranquilidad en las montañas del norte. Decidiríamos cometer la locura de intercambiar algún pasajero y pondríamos rumbo incierto a una vivencia que le contaríamos hasta nuestros nietos.

2. Puentes






Siempre me han parecido una joya arquitectónica. Lugares de paso que ayudan a seguir avanzando. Los puentes son conductores a nuevos mundos. A intercambios fascinantes y apasionantes. Hilos conductores de nuevas intrigas que nunca te revelan el final.


3. Cines de verano. 



Pocas cosas me gustan más del verano que el helado de cookies y Ferrero roche del Chiringuito de Pepito, los paseos por playas desiertas y los cines al aire libre.

Recuerdo que en mi pueblo cada verano en el parque municipal ponían uno. Cada martes una nueva película. Servía de enclave para reunirnos pequeños y mayores y hacer fiesta sin motivo alguno.

Hace tiempo que ya no vivo allí. No he vuelto desde que tenía doce años. Pero cada vez que voy a uno recuerdo con nostalgia aquellos anocheceres en el césped con el mar al fondo comiendo tortilla de patatas mientras recitábamos diálogos absurdos sin atender muy bien a la realidad de la película. Creo que fue allí donde empecé a sentir la necesidad de crear mi propio guión.

4. Tango.



La vida es un tango al filo de un acantilado. No hay nada más sensual, apasionante y arriesgado que dejarte llevar en un tango de Gardel. Sentir a tu acompañante vibrar y abandonarte en sus pasos. Abrazar sus movimientos con la certeza de que acabaras en buen puerto.


Sé que el hombre de mi vida será aquel con el que consiga dejarme llevar y bailar entre arenas movedizas al compás de su pasión.

Nos leemos en agosto. Hasta la próxima ¡ser felices!


Lorena Burcat. 

miércoles, 30 de julio de 2014

Siempre tuyo.




Siento que el tiempo se diluyera tan rápidamente. Siempre supe que vivía al servicio de una nación. Que contaban conmigo. Cuando ellos me necesitan yo simplemente estoy. Eso implica no haber tenido el tiempo suficiente como para haberte admirado un poco más. No tuve ni tiempo ni coraje para decirte adiós. Quiero pensar que esto es solo un hasta luego, nos vemos pronto. Quizás, con un poco de suerte, en la próxima vida.

Fue un placer que contaras conmigo para la competición. Una batalla célebre donde puse todo mi empeño en ganarlo. Luche hasta al final con todas mis fuerzas. Pero no pudo ser. En la vida hay adversarios imposibles de combatir. El amor es uno de ellos.

Me siento triste vagando por las paradisíacas playas de California sin tu compañía. Siempre soñé con que acabaríamos juntos disfrutando del surf, de paseos infinitos bajo las estrellas, conciertos inciertos donde nos dejaríamos llevar.

Duele no poder estar el diecisiete presente. Era un día muy especial, lo sé. Y me siento muy afortunado porque pensaras en mí. Sigue hacia adelante. Hay más opciones. De hecho mejores. Solo has de permitirte dejarte llevar. Que el corazón te indique el camino a seguir. No existe el candidato correcto. Simplemente elije uno y continua hasta el fin. Parece sencillo pero no lo es. No tengas miedo. Todo aquello que necesitas para ganar lo llevas dentro. Simplemente encuentra tu potencial y úsalo. Créeme que aunque ahora no haya estado a la altura de las circunstancias siempre estaré. De una forma u otra.

Dejé un gran legado. Un anhelo en ti de hacerte con mi espalda. Ojala algún día tengamos la oportunidad de disfrutar de tu deseo.

Siento robarle hoy el sitio a Lorena para despedirme. Nunca se me dieron bien las continuaciones. Pase lo que pase no permitiré que te olvides de mí. Lo siento Andy, el deber me llama.

Siempre tuyo,


C.A.  XXX

martes, 29 de julio de 2014

Puntos clave.


Hay líneas realmente delgadas. A veces invisibles. Son puntos clave en nuestra historia personal. Límites infranqueables. Lugares en los que nos sentimos protegidos. Zonas de confort que poco ayudan a que avancemos.

Creemos que por conocer un sitio como la palma de nuestra mano nada malo puede ocurrir. Nos pasamos la vida previniendo el siguiente paso. Intentando entender que ecuación hemos de resolver para poder prevenir futuros conflictos. Vivimos por y para controlar cada movimiento reduciendo posibles daños.

Y todo para nada. Al final es absurdo.

Un día llega un huracán y todos tus planes sobre seguro se los lleva por delante. Arrasa con todo. Con tus planes. Tus sueños. Tu refugio. Lo único que te deja para que vuelvas a resurgir de tus cenizas son los miedos y las metas.

Los miedos esos fieles compañeros de viaje que jamás te abandonan. Cuando suponemos que han desaparecido para siempre, que por fin podremos vivir tranquilos reaparecen. En la esquina de cualquier callejón. Sin previo aviso. Quizá con diferente forma, distinto nombre, pero indudablemente tus miedos ahí siguen.

Las metas son lo que nos ayuda a seguir a ciegas. Aprendemos a leer el sonido de nuestros latidos. A descifrar nuestros anhelos más profundos. El camino es incierto. Nunca sabemos en qué estación encontraremos el camino indicado. Pero el final siempre ha de estar claro. Definido.

Realmente eso es lo que hace de la vida una aventura excitante e inigualable. Recorrer los serpenteantes entresijos. Descubriendo en cada giro amaneceres indescriptibles que ayuden a avanzar por laberintos desérticos.

Todo es empezar. Dejarse llevar. Y contar que en el momento clave lo bueno y lo malo siempre estará. Solo depende de uno mismo en qué punto quiere empezar mañana.


Lorena Burcat.

lunes, 28 de julio de 2014

En blanco.

Una hoja en blanco siempre es inspiración. Puertas abiertas a mundos paralelos desconocidos aún por descubrir.  La imaginación desbordante siempre ha sido mi punto fuerte. Recrearme en los puntos infinitos. En las posibilidades increíbles de vivir aventuras surrealistas.

Todo es empezar. Dejar que las palabras surjan. Escribir. Dejarme llevar. Al final las inconexiones en mi mente acaban teniendo una coherencia plasmadas en un texto.

Hoy todo es blanco. No existen bloqueos. Las musas no están dormidas. Simplemente no están. En su lugar hoy lo ocupan sonrisas etéreas de las que me llevo alimentando todo el día. Acabar muriendo de inanición. No conseguir dormir más de tres horas seguidas. Dicen que hay un nombre concreto para eso. Hoy he decidido omitirlo. No pensar en ello. Simplemente cerrar el cuaderno y mañana será otro día.

Dejemos de escribir no vaya a acabar respondiendo cuestiones aun no formuladas. Pronunciando palabras que hagan que pise el acelerador. Paso a paso. Piano piano.


Al final, durante la aventura es mejor dejarse sorprender. Resolver las incógnitas a besos. Prohibiéndonos pensar que vendrá después. El camino se recorre a tientas, tus manos sobre mi piel.

Lorena Burcat.

viernes, 25 de julio de 2014

De las dudas infinitas.


Hay días en los que te levantas eufórico. Intentas recomponer toda la noche anterior a pedacitos. Trocito a trocito. Intentando que todo encaje. Rastreando cual fue el detonante. Agradeces que bebieras lo suficiente para soltarte pero no lo bastante como para que hoy tengas lagunas que no puedas rellenar.

Recuerdas unos ojos claros, y alguna que otra frase inconexa. Intentas omitir las preguntas de las que no sabes si quieres conocer la verdadera respuesta. Que es lo que pasó. Cual fue la ingeniosa mirada que cambió el rumbo de esta historia. Porque hoy la felicidad se ha apoderado de ti. Te preguntas cuando los chicos buenos empezaron a ser la mejor opción. En qué punto acabaste eligiendo sin saber ni el cómo ni el porqué.

Pasadas unas cuantas horas pretendes darle una nueva perspectiva a la aventura. Intentando descifrar que es lo que vendrá después. Pero es absurdo.

Nunca creí que las cosas ocurrieran sin más. Que no pensar y dejarse llevar fuera una buena elección. Ni tan siquiera lo daba como opción. Pero a veces la vida te sorprende y en cuestión de minutos las prioridades cambian.

Quien sabe que pasará mañana. Solo hay una forma de averiguarlo. Enfrentándonos al reto de las dudas infinitas.


Lorena Burcat.

jueves, 24 de julio de 2014

Al mal tiempo, buena actitud.


Hay días en los que nos sentimos apáticos. Sin ganas de nada. Bueno si, de una cosa. De ponernos el pijama y ver un maratón de películas absurdas mientras nos atracamos a palomitas con nocilla. Todo una guarrada, poco productivo pero muy apetecible. Hoy es un día de esos.

Esta mañana lucia el sol, hacía calor y por fin había llegado el día. Hoy había concierto en la ciudad. De esos que harán historias. Y sus amigos eran los teloneros. Había comprado un vestido negro cortísimo. Le quedaba espectacular. Unos tacones poco prácticos pero que le hacían unas piernas de infarto. Nada podía fallar. Había quedado con el chico que le gustaba, Jean Paul un francés adorable que estudiaba en la universidad de la ciudad. Todo iba a presagiar que iba a ser una noche memorable.

En media hora sale el bus, llueve, el pelo esta rebelde y el vestido parece un saco arrugado. ¿Algo más? Bea está desesperada por que nada está saliendo sobre lo previsto. Presagia que la noche va a ser un total fracaso.

Es divertido los problemas trascendentales que nos ocurren en el primer mundo. Citas pasadas por agua. Kilos de más que nos bajan drásticamente la autoestima y las perspectivas. Todo muy importante y relevante.

Es fascinante lo quejicas que llegamos a ser. A veces la vida cambia completamente si somos capaces de cambiar la perspectiva desde dónde miramos las cosas. Nada es blanco o negro. Bueno o malo. Un éxito o un completo fracaso.


Hay que saber aceptar las adversidades. Aprender a surfear las olas. Poner al mal tiempo buena actitud. Y salir a comernos el mundo. Hay días para encerrarnos en casa y maldecir nuestra estupidez crónica. Siempre hay otra opción. Reírnos de todo. Con humor todo se ve mejor. Además, nunca sabes a quien le puede cambiar el día tu sonrisa.

Lorena Burcat.

miércoles, 23 de julio de 2014

Incógnitas.


Hay días de dudas existenciales. Otros que nos trabamos con burdas historias sin sentido. Nos pasamos las horas analizando cada paso. Cada mirada tiene un significado que abra o cierra puertas a resultados quizás no deseados. Todo tiene una explicación. Necesitamos encontrar respuesta a cada porque.

Harry llevaba un rato intentando ver con perspectiva la situación.

Hacia un mes había ido con sus amigos a un festival de tres días en su pueblo. Una remota villa en medio de la nada. Allí conocieron a dos españolas que estudiaban sus respectivos masters y compartían piso. Estuvieron hablando. Se conocieron. Hasta ahora.

¿Las mujeres piensan como los hombres? Me refiero en cuanto al sexo. No dejaba de preguntarse qué podía significar el mensaje que María le había enviado. Carolina y ella los invitaban, sí les apetecía, a él y a Nate a ver unas películas el sábado por la noche en su casa.

¿Qué significaba? Si él hubiera enviado el mensaje querría decir que estaba interesado en alguna de ellas. O su amigo. Pero nunca había tenido que lidiar con las dudas del sexo opuesto. Siempre era fácil. Ellos atacaban, se dedicaban a conquistar, a ir a por todas y ellas simplemente se rendían. Nunca habían tenido problema de conquista. Era sencillo. Algo innato. Pero aquella situación le superaba.

A veces las incógnitas nos desestabilizan. Hace que nos desconcentremos. Que nos alejemos de la objetividad. Los porque se quedan sin respuesta. Y las dudas del que pasará nos corroen.

La respuesta a aquel mensaje era fácil. “Vamos, nosotros llevamos las cervezas”. Porque a veces las incógnitas solo se pueden resolver dejándonos llevar. No adelantando acontecimientos. Que las expectativas no suban como la espuma. Porque puede pasar como con el mal champan, bajan rápido y la resaca es espantosa.


Así que dejémonos llevar. Descubramos las hipótesis en primera persona. Y sobre todo no hagamos planes para el día siguiente de quedar con alguien a ver una película. Con un poco de suerte nos levantaremos acompañados.

Lorena Burcat.

martes, 22 de julio de 2014

Tiempo perdido.


Hay historias que aunque no queramos son. Acaban por marcar. Por contar. Por hacer que la balanza acabe decantándose por el lado incorrecto. Por el prohibido. Por el que deseamos pero que nuestra moral rechaza. Por el que nos hará daño.

Dejamos que el tiempo pase. Fantaseando con el chico malo que solo cambia en los libros subidos de tono. Conformándonos con el chico mono y sensato. El que nos conviene. El buenazo.

Permitimos que nos creamos esta historia de que o con el malo o seremos infelices. Que solo con un tipo que te hace perderte a ti misma te puedes sentir viva. Que lo vas a cambiar. Pero hay algo que en este discurso no funciona. No encaja. Hace que me replantee un par de cosas.

¿De verdad? No creo que necesitemos a nadie que nos hunda para que podamos salir del pozo. Intuyo que el problema va un poco más atrás. Es un poco más profundo. Recae en  nosotros mismos.

Creía que el lado prohibido era el del tipo duro. Que realmente el bueno no me despertaba ninguna emoción. Que o era con el que te hace suplicar o con nadie. Y quizás había un pequeño fallo. Un error tipográfico en el que no había recaído. Era todo mentira.

Lo intenté. Olvidé todo aquello que un día decidí que merecía. Cedí. Caí y me acomode. Me di de bruces contra un cuerpo y allí me quede a residir. Permití olvidarme de mis principios. Que tan principios no debían ser porque los acabé malvendiendo por un par de orgasmos a medias. Cambie la combinación a mi corazón. Enterré mi futuro por anclarme a un pasado dudoso, a un presente incierto.

Deje que el peso de las emociones que no podía mostrar me hundieran. Toque fondo. Eché el ancla y espere. Permití que el tiempo decidiera cuando recibiría la siguiente bocanada de aire. Si aquel último beso había firmado mi sentencia de muerte. Y me dormí. Me abandone en un rincón. Creyendo que yo era incapaz. Que de allí no saldría. Que era lo que me había buscado. Lo que merecía.

Todo pasa. Pesa. Cuenta. Y los días hacen que acabes despertando. Perdida en la inmensidad de tu tristeza. Creí que el tiempo perdido era horrible. Que una vida sin él era lo peor.


Y entonces me di cuenta de que podía ser peor. Podía no doler. 

Lorena Burcat.

lunes, 21 de julio de 2014

Merecer.


Un lunes cualquiera. En la misma mesa de siempre. A Sam  se le enfriaba el café por estar profundamente sumida en una conversación transcendental consigo misma. Tratando de discernir si ahora era de verdad. Si había tocado fondo. Si ya se habían acabado todas las excusas habidas y por haber. Y sin quererlo llegó a la conclusión de que ya era suficiente.

En la vida aquello que nos ocurre es lo que nos merecemos. Aquello que necesitamos para aprender una lección más para seguir avanzando. Aunque no lo entendamos. Aunque a priori pensemos que somos unos desgraciados que no nos ocurre nada bueno.

Lo bueno y lo malo siempre acaba siendo relativo. Como la belleza, la felicidad y las cosas que merecen la pena en la vida.

Y justamente de eso se trata de merecer. De desear que las cosas nos ocurran. Y de aprovechar las oportunidades.

Sam no podía entender como había llegado a esa situación. A tener una cita con un tío que no era el hombre de sus sueños. Y ahí estaba el problema. ¿Aceptar o no? Estaba claro que en un principio no era justamente con el hombre que se hubiera imaginado. Pero no por eso debía de dejar pasar oportunidades. No es cuestión de conformarte con el primero que pase por no estar sola. Más vale muerta que con un tío al que no desees.  Pero es de necios pedir y que cuando se te da rechazar sin intentar.

Nos conformamos por miedo a no pedir lo que nos merecemos. Por no estar a la altura de las expectativas. Por no saber que vendrá después. Por no reconocer lo que valemos, lo que por nosotros mismos somos capaces de alcanzar.

Y así se nos pasa la vida. Sentados en barras de bar preguntándonos si pudiera ser. Si existe alguna probabilidad. Pero cada vez las posibilidades se reducen. Hasta acabar evaporándose. Y todo por no decidir. Por no apostar.

Así que a la próxima excusa con la que te escudes por no ser consciente de la realidad enfréntate al reflejo del espejo y asegúrate de grabarte a fuego que todo lo podemos lograr. Que la felicidad son instantes que perduran en el tiempo .Y que esos momentos solo se pueden crear si creemos que nos los merecemos.

Lorena Burcat.


viernes, 18 de julio de 2014

Baile de graduación.


Me siento como si fuera una adolescente marginada en un instituto americano. Esperando una invitación al baile de graduación. Sin perder la fe de que llegarías. Que simplemente te estaba costando un poco más de lo que yo entendía que era lo preestablecido. Hasta el último momento podías aparecer. Lanzarte al vacío omitiendo los comentarios ajenos. Construir la típica historia del popular y la invisible. Creía encarecidamente que así tenía que ser. Era cuestión de tiempo, de confianza.

Compre el vestido, fui a la peluquería. Aprendí a bailar. Incluso practique como besar delante del espejo. Recorrí paso tras paso. Haciendo caso a las normas sociales.  Adelantándome a los acontecimientos. Soñando sin salir de mi habitación.

Y llego el día. Pero tú aun no estabas. Suponía que lo que pasabas es que estabas creando tensión para que la petición fuera más excitante. Inolvidable. Íbamos a vivir la noche más mágica de nuestra vida. Un baile que servía de punto de inflexión entre la adolescencia y la madurez.

Sentía que todo iba a cambiar. Así que sin ti me apresure a llegar al instituto. Decidida a buscarte. A dejar que me encontraras. A demostrarte que tus miedos eran absurdos. Que nos dejáramos llevar. Que yo sentía lo mismo. Que todo era posible.

Mi cara al entrar en el recinto debió de ser épica. Luces tenues, velas que calentaban el ambiente, globos en suspensión. Y tú. En medio de la pista. Bailando pegado con la animadora rubia de 3B. Besándola con pasión y ardor. Hipnotizándola con tu mirada penetrante mientras tus habilidosas manos la hacían delirar.

Bien, pues creo que sí realmente esto lo hubiera vivido sentiría lo mismo que ahora.

Vivimos obcecados que por que queremos lo tendremos. Dando por hecho que si no ha ocurrido es porque no es el momento. Que ya llegará-. Que tu aparecerás. Solo necesitas tiempo. Y al final el tiempo se evapora mientras nuestra frustración aumenta.

Así que me voy a hacer un favor y a olvidarme. De ti, de tus miradas que desarman, de tu sonrisa tentadora. Algún día legara. ¿Quién? No lo sé. Pero lo que tengo que aprender es a ver la realidad. Que contigo no se puede leer entre líneas. Eres directo .O  estas o no. Así de sencillo.


A veces lo que no vemos es porque no existe. No se puede sacar de donde no hay. Que aunque duela tu no estas. Esa es la realidad.

Lorena Burcat.

jueves, 17 de julio de 2014

Tempus fugit.





El tiempo al igual que la belleza es relativo. Creemos que somos capaces de controlarlo de poseerlo y cuando queremos ser conscientes el momento ya ha pasado. Las oportunidades se evaporan sin previo aviso. O arriesgas o lo pierdes. No solemos tener tiempo a pensar las cosas dos veces, hay que dejar que nuestro instinto nos guíe. Permitirnos despertar en otro lugar. Descubrir en miradas ajenas el siguiente destino. Averiguar que hemos de avanzar para llegar.




Medimos la vida por las veces que somos capaces de ilusionarnos, por los momentos que nos dejan sin aliento. Por las sonrisas que iluminan oscuridades abrumadoras. Por las risas que despiertan las almas dormidas.

Perdernos imaginando vidas paralelas hasta encontrarnos viviendo en Eaton Square. Aceptar que aunque eres más de Camden acabarías residiendo en cualquier lugar con tu novio del museo. Y aunque todo sería genial acabarías por ceder ante hombres tarados que hacen cafés deliciosos. Nada es coherente y lógico. Pero dicen que de eso trata el amor. De dejar nuestros “yo nunca” por encontrar lazos en común. De dejar que las mariposas del estómago nos cosan a leches. No sé, a mi aun nadie me ha presentado al Sr Amor.




Una de mis máximas de vida es “Compartir es vivir dos veces”. Por sorprenderte a ti la vida me ha sorprendido.  Me siento afortunada de tenerte, de teneros. De que un día nuestras vidas se cruzaran y no volvieran a ser las que eran. De encontraros en un momento vital. Especiales somos un rato. Y os adoro. Nuestro emblemático club siempre será. Pero espero que pronto, muy pronto lo vayamos abandonando sucesivamente. Enfrentarnos a nuestros miedos y vencer. Somos muy grandes. Creo que ya va siendo hora de creérnoslo.



Querer y dejarnos querer. Aprender que no estamos solas. Que el dolor se suaviza cuando somos capaces de ceder y aceptar que nos necesitamos mutuamente para continuar. Que no es de débiles contar con la comprensión de otros. Que vencer en compañía es doblemente gratificante.

No importa en qué momento encontremos los compañeros adecuados. Pero cuando lo hagamos no los soltemos. No permitamos que la felicidad se nos diluya como nieve en primavera.

La imaginación desbordante de una se suaviza con el realismo de la otra. Alzar el vuelo siempre tocando con los pies en el suelo. La locura se contagia y nos permite ver la realidad de una forma peculiar. Mágica. Única.  

El tiempo no es oro, es vida. Y este es nuestro momento.

Brindemos por los primero seis meses. Por lo que vendrá. Por nosotras. La aventura solo acaba de empezar.

Te quiero pollito.

Lorena Burcat.

miércoles, 16 de julio de 2014

Cambiemos de opinión.

Me encanta que me hagan cambiar de opinión.  Aunque cuesta . Y mucho.

Que hagan que me replantee mis valores. Mis razones. Mis yo nunca. Mis yo que va. Que consigan que me enfrente  mis miedos. A mis contradicciones.

Es difícil encontrar a alguien con el que ceder. Hallar a alguien con el que merezca cambiar mis porque. Es complicado sucumbir ante lo ajeno pero puede convertirse en una experiencia fascinante.

Dialoga con aquellos que crees que son adversarios potenciales. 

Puede que no estés de acuerdo y continúes con tus firmes convicciones. O quizás te des cuenta de que estabas equivocado hasta ahora. Seria de necios no aceptar la realidad. Si al dialogar con ajenos te hacen recapacitar dales las gracias.

A veces no queremos explorar nuestros contrarios por miedo a salir herido.

El día que encuentres a aquel capaz de cuestionarte tus dudas y hacer que te enfrentes ante tus vacíos existenciales no permitas que se aleje. Hay tesoros que no podemos permitirnos dejar escapar.

Lorena Burcat.

martes, 15 de julio de 2014

Espejos


Me gusta la gente que tiene sentido propio. Que es coherente y consecuente. Aquellos que sabe lo que realmente quieren y van a por ello. Los que se atreven. Los que arriesgan a perder suelen acabar ganando.

En el mundo hay muchas clases de personas. Pero creo que podríamos dividirlos en dos grandes grupos:

1. Las que fracasan hasta convertir la derrota en victoria.
2. Las que una vez ganan no arriesgan por miedo a caer.

Estos últimos se pasan la vida perdiendo. Oportunidades. Aprendizajes. Y hasta a sí mismos. 

Solo depende de uno mismo posicionarse en un lugar u otro. No importa dónde nos encontramos ahora. Los que cuenta es donde queremos levantarnos mañana. 

Soñar es el motor de la vida. Planear es hacer que al despertar los sueños tengan continuación. Duración. Prolongar la sombra de lo que somos. Actuar hasta alcanzar aquello en lo que queremos convertirnos. 

Amarnos es el primer paso para sentirnos en casa allá donde vayamos. Es sencillo.

Aunque si miramos a nuestro alrededor solemos estar más interesados en protestar que en cambiar. Esperamos sentados a que la sociedad cambie para mejorar.  Pero como bien dijo Gandhi, conviértete en el cambio que quieres ver en el mundo.

Creemos que el factor suerte es el que decide. Pero como en el caso de la inspiración  nos ha de encontrar trabajando.

Lo que recibimos es el reflejo de lo que damos. Somos espejos que tenemos aquello que proyectamos. Así que la próxima vez antes de maldecir lo indecible plantéate en qué lugar quieres estar.

Porque querer es poder y cada nuevo día es una nueva oportunidad para alcanzar la libertad.

Lorena Burcat.


lunes, 14 de julio de 2014

Nirvana


Aquí estamos. A punto de sucumbir a la tentación. Aventurarnos a perder, solo por esta noche. Dejarnos llevar. Aferrarnos al ideal de que lo bueno aún está por llegar.

Sacudir los miedos de no acertar con las expectativas. De que el valor este demasiado en alza. No estar a la altura. O pero, que acabes siendo un egoísta. En la cama. Que nos deje insatisfecha. Que no cumpla. Que ni lo intente. 

Y aun a sabiendas de que todo lo anterior puede acontecer estar dispuestas a derrumbar los muros de contención a gritos. Acabar cayendo. Rindiéndonos ante la evidencia. Derrotando la voz interior que aseguraba que no íbamos a poder. Que las circunstancias y la presión iban a vencer.

Porque al final todo es empezar. Avanzar. Y derrumbarnos de placer. Lujuria desmesurada. Que sea la incertidumbre del que vendrá la que nos guíe. Aprender a tientas el camino. Recorriendo tu cuerpo a mordiscos. Explorar cada centímetro. Aprender cual es el botón exacto de la rendición. Acabar superando lo preestablecido. Haciendo saltar todas las alarmas de emergencias habidas y por haber.

Mañana ya veremos que pasara. Ya responderemos a las preguntas que hoy tanto tememos formular. Esta noche gocemos hasta extasiarnos. Próximo destino, el Nirvana.


Lorena Burcat.

viernes, 11 de julio de 2014

Primeras veces.


La vida está construida a base de primeras veces. Algunas son más memorables que otras. Las hay que abren puertas y otras suponen puntos y aparte. Algunas acercan posiciones y otras, en cambio, hacen que la distancia se convierta en un abismo.

Siempre esperamos que nos dejen un buen sabor de boca. Que nos inciten  a continuar, a querer más. A necesitar saber que vendrá después. Leyendo a ciegas que paso es el siguiente. Cual nos abrirá las puertas a nuevas sensaciones.

Las emociones son las fieles compañeras de las primeras veces. Siempre están ahí demostrándote el valor de arriesgar a no pensar. Dejar que las cosas fluyan, que simplemente ocurran.


Existe el contrapunto. Los miedos. Aquellos que nos paralizan. Que hacen que dudemos hasta de por dónde sale el sol. Aquellos que no permiten que disfrutemos avanzando en este serpentuoso camino de victorias y aprendizajes.

Son imprescindibles. Cuando los halléis no huyáis en dirección contraria. Enfrentarlos. Hablad con ellos. Intercambiad opiniones. Porque siempre ocultan parte de una verdad que nos sirve para aceptar el grosor de cada situación.

Cada primera vez tiene su final. Aquel punto y seguido. Quizás simplemente sea un hasta luego. O un hasta siempre va a ser nuestra mejor opción. Sea cual sea el resultado final es increíblemente placentero detenernos a saborear el trayecto. El trascurso de los acontecimientos. Permitirnos dar un paso más y vivir la realidad.

Es difícil que ante nuevos retos no tengamos miedo. A fallar. A fracasar. A no estar a la altura de la circunstancias. Pero de lo único que podemos atemorizarnos es de permitir que los miedos decidan.

En la vida hay que encontrar aquello que nos apasiona. Aquello por lo que estamos dispuestos a seguir hacia adelante. Aquello que nos mueve y nos conmueve. Solo encontrando el significado de la ilusión seremos plenamente felices. Porque entonces seremos capaces de ver la vida con los ojos de un niño. Y cada amanecer será un nuevo reto de  desafíos. Nuevas oportunidades que nos permitirán seguir creciendo hasta que un día estemos listos para despedirnos.


Lorena Burcat.

jueves, 10 de julio de 2014

Malvivir.


Hay días que son fundidos a negros. Días en que no hay ni musas ni besos robados que resuciten la inspiración perdida. Días que el dolor es tan intenso y la batalla interna tan potente que solo podemos optar por llorar. Hacernos un ovillo en la cama y mañana será otro día. Es en esos días en los que sientes que el oxígeno es tan escaso que poco más puedes hacer.

No es momento de dramatismos ni de llantos baratos.

Cuando la oscuridad se cierne sobre nosotros solo podemos disfrutar. Relajarnos. Sentir las lágrimas secarnos la piel y volver a empezar.

Solemos encontrar culpables fácilmente. Reconocer los errores en los que se han convertido los demás. Gritar de rabia y frustración por no saber continuar. Y declarar que el responsable es el pasado que no te deja avanzar.

Recordar una y otra vez cuánto daño nos hicieron. Cuanto nos jodieron. Hasta hacernos creer que nada podríamos vencer. Hasta hacernos sentir que nuestra única opción era sobrevivir.

Con el paso del tiempo pasamos de sobrevivir a malvivir. A mendigar caricias por tal de reducir la soledad. Abrazarnos sin tocarnos. Aceptar caridad por sentirnos uno más. Malvivimos por la creencia instaurada de que necesitamos el amor ajeno para continuar. Para ser felices.

Lo que a nadie se le ocurrió explicarnos es que malviviendo se puede sobrevivir. Pero nunca llegaremos a ser felices. Porque la única opción de vencer y avanzar es asumir que el único responsable del pasado, presente y futuro somos nosotros mismos. Que aunque los agentes externos afectan no determinan.

Por eso mañana será otro día. Para empezar o para acabar. Para desistir, desfallecer o empezar de nuevo otra vez. Cada amanecer nos da la oportunidad de decidir que queremos llegar a ser. Cada día es una nueva ocasión de dejar de malvivir y aprender a escribir el capítulo que queremos vivir.

Lorena Burcat.


miércoles, 9 de julio de 2014

Incógnitas dolorosas.


Hay veces que el dolor del fracaso es tan profundo que solo se puede diluir a golpes.

Es como esos polvos de reconciliación en los que es imposible llegar al orgasmo. Ni se disfrutan ni cierran heridas. Porque no hay una búsqueda en común, solo son dos personas desahogándose incapaces de mediar palabra. Cuerpos vacíos. Almas carentes de paz. Se mueven por instinto intentando aliviar tensiones que jamás se resolverán. Porque el problema no es con el otro. El problema es que somos incapaces de ser coherentes con nosotros mismos.

Alexa seguía aferrada a la idea de que nunca es tarde. De que las casualidades siempre se convierten en causalidades. Y aunque las manecillas del reloj hacían trece minutos que pasaban de la hora prevista ella seguía creyendo que aparecería.

Aquella mirada retante de un desconocido era lo que hacía que estuviera en vilo todo el día. Suponia su bocanada de aire fresco hasta el siguiente amanecer. Eran apenas tres minutos entre un cambio y otro de autobús pero servían para entender que aquello podía llegar a ser algo más. Aún tenía que descifrar que significaba aquella incógnita. Pero sin duda se sentía protegida sabiendo que mañana tras mañana el estaría ahí para salvarla.

El primer día que lo vio se quedó sin respiración. Cuando, tras dos semanas de tormento fantaseando con Don misterioso él se fijó en ella la boca se le secó. El pulso se le acelero y sintió la enorme necesidad de saltar al vacío. Daba igual que se encontraría tras la caída pero al menos sentiría que seguía viva.

Es extraño necesitar de alguien para seguir avanzando. Más si no tenemos ni siquiera un nombre para saciar nuestra curiosidad. Pero la forma imperiosa y desafiante que aquel hombre tenía para hacerla sentir mujer hacían que cualquier imaginación irreal e imposible tuvieran sentido.

Y sin haber conseguido ni una sonrisa completa míster perfecto desapareció sin dejar rastro. Haciéndola sentir como si todo hubiera formado parte de una alucinación muy placentera pero absurda.

Y entonces llego el dolor.

Porque podemos suponer todo y más, pero si no tenemos nada tangible a lo que agarrarnos como tabla de salvación para continuar acabamos ahogándonos.

La vida está llena de enseñanzas que nos indican que todo es cuestión de priorizar. Quizás si se hubiera atrevido a cruzar esos metros que le separaban ahora tendría un apellido, incluso un número de teléfono. Quizás no dormiría sola por las noches, ni  tendría que fantasear para llegar al clímax porque él la haría llegar. Quizás el fuera el tipo que siempre estuvo esperando sin saberlo. Quizás hubiera sido un error más en la larga lista de aprendizajes.

Ya de nada sirve preguntarse qué hubiera sido de Alexa sí hubiera arriesgado. Lo que es seguro es que no ardería de rabia como lo hace ahora. Porque el dolor se apodera de sus sentidos por no ser capaz de perdonarse que un día no fuera capaz de arriesgar.

Dicen que el tiempo todo lo cura.


Queridos mortales, para la próxima déjense llevar. Puede que acaben dolidos pero al menos no habrá dudas que no puedan saciar su curiosidad.

Lorena Burcat.

martes, 8 de julio de 2014

Diosas nocturnas.


La noche había sido larga. Devastadora. No podía más. Quizás como decía Luis se había vuelto un viejo. El tiempo empezaba a pasar factura. La cabeza le daba vueltas y más vueltas y no dudaba que en cualquier momento empezaría a delirar.

Y ocurrió.

El tiempo se paró. El oxígeno desapareció y empezó a sentirse mareado. Las alucinaciones estaban haciendo de las suyas.

Debía medir no más de metro sesenta. Morena. Con unos ojos azules que eclipsaban a la luna llena que hoy iluminaba a los mortales que vagaban a esas horas por las calles de la eterna ciudad. Piel aterciopelada. Simplemente deliciosa.

Martin conocía las historias de las extrañas criaturas que habitaban en la nocturnidad londinense. Seres de en cuento capaces de volverte loco para desaparecer al día siguiente sin dejar rastro. Ni un mísero número de teléfono. Ni tan si quiera un nombre al que suplicar en soledad.

Eran mujeres independientes. Incapaces de comprometerse más allá de esa noche. Podías mendigar su pasión, su atención, su cariño. Pero de nada serviría. Nunca desayunaban en compañía.

Y a pesar de las numerosas advertencias no podía apartar sus ojos de esa magnética mujer. Un misterio sin resolver que le quitaría el sueño. No sabía discernir con claridad si eran las copas de más que le estaban pasando una mala jugada o realmente esa sirena de ciudad estaba sentada dos asientos más adelante.

Solo hay una posible solución a una cuestión sin respuesta. Averiguarlo.

Tomo aire y decidió ir a por todas. Quizás ya no era el muchacho de veintitrés años capaz de comerse aquello que se le pusiera por delante pero seguro que podría lidiar con el vacío existencial que mañana sufriría su cama al no ver más a esa diosa de las nieves.

En la vida no podemos plantearnos más de tres seguros si vamos a arriesgar o no. Antes de ponerse en pie la ninfa ya había desaparecido. Bajó en algún punto de Hyde Park y desapareció entre callejones oscuros y sombras tenebrosas.

Hay mujeres que no te puedes permitir dejar escapar. Aunque supongan un punto de inflexión. Aunque hagan cuestionar todas tus prioridades, valores y satisfacciones.

Nunca sabremos si Martin hubiera encontrado la mujer irremediable aquel diez de mayo en el autobús de la ruta 94. Solo sabemos con seguridad que esas mujeres deliciosamente rebuscadas existen y que compensa arriesgar.

Yo no pierdo la esperanza  de que algún día él pueda dejar de martirizarse y cambiar de ruta de autobús con la tranquilidad de que si ha de ser será. En la vida solo hay que desear. Cerrar los ojos y dejarse llevar.


Lorena Burcat.

lunes, 7 de julio de 2014

Tres semanas después.


La vida cambia en un abrir y cerrar de ojos. Un guiño. Una sonrisa torcida y podemos empezar a despedirnos de la cordura. Hace tres semanas las dudas empapaban mis días. Las confusiones eran  parte de mis constantes vitales.

Mirar atrás y ver los cambios es un tanto extraño. Venimos del mismo lugar. De omitir a pasivas nuestros sentimientos. De no preguntar porque sabemos que las respuestas no serán. Mejor no avancemos no vaya a ser que acertemos. No vayamos a encontrarnos con afirmativas. No tengamos que aceptar lo evidente.

Siempre hemos hablado del amor como algo que jamás llega. Y que si algún día llegará seguro pasaría de largo. Eso no es para nosotras.

Quizás necesitaba un viaje hasta Colombia para darme cuenta que lo esencial es invisible. Que al final todo es cuestión de piel. Que huir podemos seguir huyendo de por vida. Echar a correr sin mirar atrás. El problema es que de la única persona que no podremos huir por muy lejos que lleguemos es de nosotros mismos.

Así que paremos. Respira e inspira. Y observemos a nuestro alrededor. Todo continúa absolutamente igual. Ningún cambio aparente. Pero en el fondo nada consigue ser impasible al paso del tiempo. Hay preguntas que no sabemos contestar.

Tres semanas atrás algo cambio en mí y decidí darme una oportunidad. Una oportunidad para demostrarme que cualquier cosa se puede lograr. Solo hay que desearlo de verdad. Exactamente no sé qué va a pasar. Pero estoy dispuesta a vivirlo para contarlo. Hoy empieza una nueva etapa.
Punto y aparte.


Lorena Burcat.

domingo, 6 de julio de 2014

Por los siguientes veintidós.

Un año más. Un año menos.





El tiempo se evapora. Se volatiliza cuando sabemos aprovecharlo. Cuando hacemos que las cartas que un día repartió el destino jueguen a nuestro favor. 

La distancia se reduce o se amplia. Depende del día. Depende de nuestro estado de ánimo.

Creo, que tras veintidós años a tu lado queda poco por decir. Simplemente sé que jamás me cansare de repetirte que GRACIAS. Gracias a mi prima pequeña aprendí el valor de la complicidad. Lo divertidas que pueden resultar las noches a la fresca en un diminuto pueblo al norte. La alegría de crecer en una gran familia. Entender y grabarnos a fuego el significado del amor incondicional. Saborear en nuestro propio paladar la magia de entendernos sin tan siquiera mediar palabra. Las magnitudes del ser agradecidos.

Un año más o un año menos. Todo varia. Depende de la perspectiva desde donde decidamos vivir la vida. Por eso sé que la distancia me enseña a disfrutar al máximo cada instante que puedo pasar a tu lado. Que cada abrazo cuenta como mil y que cada sonrisa se almacena para seguir hacia adelante cuando haya temporada baja y no haya viento que sople las velas para seguir avanzando.

Me fascina ver en la mujer tan genuina en la que te has convertido. Este año lo has logrado, te has graduado. Y no es algo que cualquiera pueda decir. Sé que es la primera de muchas alegrías que celebraremos.

Nos hacemos mayores y con el tiempo y el paso de los días las prioridades cambian. Pero jamás cambiara la prioridad de ver a mi prima pequeña ser feliz. Porque aunque solo son unos meses siempre me ha gustado ser la mayor. La responsabilidad que eso conlleva. Y aunque lo que se supone que una primar mayor te ha de enseñar, en nuestro caso, la mayoría de veces ha sido al revés es divertido vernos jugar entre bambalinas de este gran escenario que es la vida.

Sigue soñando. Fracasando. Levantándote y luchando. Porque solo persistiendo e ilusionándote el éxito puede llegar. Por todos estos años. Por los que quedan. Por los siguientes veintidós. Felicidades pequeña.

Te quiero,



Lorena Burriel Catalán.