jueves, 24 de julio de 2014

Al mal tiempo, buena actitud.


Hay días en los que nos sentimos apáticos. Sin ganas de nada. Bueno si, de una cosa. De ponernos el pijama y ver un maratón de películas absurdas mientras nos atracamos a palomitas con nocilla. Todo una guarrada, poco productivo pero muy apetecible. Hoy es un día de esos.

Esta mañana lucia el sol, hacía calor y por fin había llegado el día. Hoy había concierto en la ciudad. De esos que harán historias. Y sus amigos eran los teloneros. Había comprado un vestido negro cortísimo. Le quedaba espectacular. Unos tacones poco prácticos pero que le hacían unas piernas de infarto. Nada podía fallar. Había quedado con el chico que le gustaba, Jean Paul un francés adorable que estudiaba en la universidad de la ciudad. Todo iba a presagiar que iba a ser una noche memorable.

En media hora sale el bus, llueve, el pelo esta rebelde y el vestido parece un saco arrugado. ¿Algo más? Bea está desesperada por que nada está saliendo sobre lo previsto. Presagia que la noche va a ser un total fracaso.

Es divertido los problemas trascendentales que nos ocurren en el primer mundo. Citas pasadas por agua. Kilos de más que nos bajan drásticamente la autoestima y las perspectivas. Todo muy importante y relevante.

Es fascinante lo quejicas que llegamos a ser. A veces la vida cambia completamente si somos capaces de cambiar la perspectiva desde dónde miramos las cosas. Nada es blanco o negro. Bueno o malo. Un éxito o un completo fracaso.


Hay que saber aceptar las adversidades. Aprender a surfear las olas. Poner al mal tiempo buena actitud. Y salir a comernos el mundo. Hay días para encerrarnos en casa y maldecir nuestra estupidez crónica. Siempre hay otra opción. Reírnos de todo. Con humor todo se ve mejor. Además, nunca sabes a quien le puede cambiar el día tu sonrisa.

Lorena Burcat.

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