jueves, 17 de julio de 2014

Tempus fugit.





El tiempo al igual que la belleza es relativo. Creemos que somos capaces de controlarlo de poseerlo y cuando queremos ser conscientes el momento ya ha pasado. Las oportunidades se evaporan sin previo aviso. O arriesgas o lo pierdes. No solemos tener tiempo a pensar las cosas dos veces, hay que dejar que nuestro instinto nos guíe. Permitirnos despertar en otro lugar. Descubrir en miradas ajenas el siguiente destino. Averiguar que hemos de avanzar para llegar.




Medimos la vida por las veces que somos capaces de ilusionarnos, por los momentos que nos dejan sin aliento. Por las sonrisas que iluminan oscuridades abrumadoras. Por las risas que despiertan las almas dormidas.

Perdernos imaginando vidas paralelas hasta encontrarnos viviendo en Eaton Square. Aceptar que aunque eres más de Camden acabarías residiendo en cualquier lugar con tu novio del museo. Y aunque todo sería genial acabarías por ceder ante hombres tarados que hacen cafés deliciosos. Nada es coherente y lógico. Pero dicen que de eso trata el amor. De dejar nuestros “yo nunca” por encontrar lazos en común. De dejar que las mariposas del estómago nos cosan a leches. No sé, a mi aun nadie me ha presentado al Sr Amor.




Una de mis máximas de vida es “Compartir es vivir dos veces”. Por sorprenderte a ti la vida me ha sorprendido.  Me siento afortunada de tenerte, de teneros. De que un día nuestras vidas se cruzaran y no volvieran a ser las que eran. De encontraros en un momento vital. Especiales somos un rato. Y os adoro. Nuestro emblemático club siempre será. Pero espero que pronto, muy pronto lo vayamos abandonando sucesivamente. Enfrentarnos a nuestros miedos y vencer. Somos muy grandes. Creo que ya va siendo hora de creérnoslo.



Querer y dejarnos querer. Aprender que no estamos solas. Que el dolor se suaviza cuando somos capaces de ceder y aceptar que nos necesitamos mutuamente para continuar. Que no es de débiles contar con la comprensión de otros. Que vencer en compañía es doblemente gratificante.

No importa en qué momento encontremos los compañeros adecuados. Pero cuando lo hagamos no los soltemos. No permitamos que la felicidad se nos diluya como nieve en primavera.

La imaginación desbordante de una se suaviza con el realismo de la otra. Alzar el vuelo siempre tocando con los pies en el suelo. La locura se contagia y nos permite ver la realidad de una forma peculiar. Mágica. Única.  

El tiempo no es oro, es vida. Y este es nuestro momento.

Brindemos por los primero seis meses. Por lo que vendrá. Por nosotras. La aventura solo acaba de empezar.

Te quiero pollito.

Lorena Burcat.

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