Un lunes cualquiera. En la misma
mesa de siempre. A Sam se le enfriaba el
café por estar profundamente sumida en una conversación transcendental consigo
misma. Tratando de discernir si ahora era de verdad. Si había tocado fondo. Si
ya se habían acabado todas las excusas habidas y por haber. Y sin quererlo
llegó a la conclusión de que ya era suficiente.
En la vida aquello que nos ocurre
es lo que nos merecemos. Aquello que necesitamos para aprender una lección más
para seguir avanzando. Aunque no lo entendamos. Aunque a priori pensemos que
somos unos desgraciados que no nos ocurre nada bueno.
Lo bueno y lo malo siempre acaba
siendo relativo. Como la belleza, la felicidad y las cosas que merecen la pena
en la vida.
Y justamente de eso se trata de
merecer. De desear que las cosas nos ocurran. Y de aprovechar las oportunidades.
Sam no podía entender como había llegado
a esa situación. A tener una cita con un tío que no era el hombre de sus
sueños. Y ahí estaba el problema. ¿Aceptar o no? Estaba claro que en un
principio no era justamente con el hombre que se hubiera imaginado. Pero no por
eso debía de dejar pasar oportunidades. No es cuestión de conformarte con el
primero que pase por no estar sola. Más vale muerta que con un tío al que no
desees. Pero es de necios pedir y que
cuando se te da rechazar sin intentar.
Nos conformamos por miedo a no
pedir lo que nos merecemos. Por no estar a la altura de las expectativas. Por
no saber que vendrá después. Por no reconocer lo que valemos, lo que por
nosotros mismos somos capaces de alcanzar.
Y así se nos pasa la vida.
Sentados en barras de bar preguntándonos si pudiera ser. Si existe alguna
probabilidad. Pero cada vez las posibilidades se reducen. Hasta acabar evaporándose.
Y todo por no decidir. Por no apostar.
Así que a la próxima excusa con
la que te escudes por no ser consciente de la realidad enfréntate al reflejo
del espejo y asegúrate de grabarte a fuego que todo lo podemos lograr. Que la
felicidad son instantes que perduran en el tiempo .Y que esos momentos solo se
pueden crear si creemos que nos los merecemos.
Lorena Burcat.
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