La vida consiste en elegir.

Poner al mal tiempo, buena compañía.
Ilusionarse con cada nuevo trayecto.
Viajar y encontrar tu identidad por contraste.
Descubrir tesoros olvidados.
Y compartir. Porque compartir, es vivir dos veces.
Un día nos despertamos y como si
fuera por arte de magia aparece alguien que ayuda a que sigamos con nuestro
legado. Alguien que resucita una parte olvidada de nuestra infancia. Cuesta, es
difícil encontrar personas que marquen sin apenas conocer. Tener la sensación
de que llevas media vida en su compañía. Y la certeza de que aunque la vida
pasa y nos transforma la lección servirá hasta la eternidad. Es en los pequeños
matices donde residen los valores de los grandes. Y tú, sin duda, lo eres
mucho.
Quizás y solo quizás seamos
demasiado. Algún ingles que otro estaría de acuerdo en afirmar que lo nuestro
no es normal. Desmesurada y descaradas. Nuestra risa resuena en las calles
lluviosas encendiendo ilusiones encerradas. Porque un día sin reír, es un día
sin vivir. Contigo cada día vale.
Todo suma, to cuesta, todo pesa.
Y no es una carga. Es un kit de primeros auxilios en caso de no encontrar el
plan Z que habíamos preparado por si los sueños caían. La huida no es una
opción. A contracorriente se puede vivir. Deberíamos vivir con la tranquilidad
de poder decir que los días y las noches marcan. El tiempo no es oro, es vida.
Y esta es la nuestra. Escribamos nuestros propios pasos y desaprendamos todo
aquello que se puede convertir en obstáculo. Aprendamos a desaprender porque de
nada sirve si nos frena ante nuevas alternativas.
La vida va avanzando entre las
miles de historias de ciudades que nunca descansan. La fortaleza de uno reside
en la capacidad de adaptación. De aceptación. Pero sin resignarse. Hay que
aprender que las constantes vitales varían y que eso demuestra que todo sirve.
Hacer trampas, saltarnos algún
escalón. No todo vale por llegar a la cima, pero que no nos engañen. Nuestros
sueños son la prioridad. En el camino aprenderemos que la única manera de
alcanzarlos es compartirlos. Cada persona, aunque no lo parezca, tiene una
lección que darnos. Cada día se aprende. El día que no aprendamos, mejoremos.
El día que no tengamos más proyectos que recuerdos, siento decirte que ese día
habremos muerto un poco más en vida.
La magia ocurre cuando dejamos
llevarnos. Desconectar y aprender a bailar al filo del atardecer. Por las etapas vividas y por las que vendrán.
Porque podamos seguir contando con nosotras mismas.
Aprendamos que lo que cuenta es
lo que marca. Aquello a que le damos el valor para que continúe a nuestro lado.
Aquello que aunque pasemos de página siga viajando capitulo tras capitulo. Nunca
sabremos cual es nuestra parada. Si seguiremos hasta al final juntas, si alguna
de las dos bajara primero o si decidiremos cambiar de vagón en plena marcha.
Sea como sea disfrutemos del ahora.
Gracias por enseñarme el valor de ser una misma. Soy una afortunada por haberte encontrado. Porque mañana descubramos un nuevo paso hacia nuestros sueños. Por las ilusiones. Porque dejemos a correr en dirección contraria. Por tus 23.
Te quiero,
Lorena Burriel Catalán.
No hay comentarios:
Publicar un comentario