Después del incendio, lo siguiente es acabar
en el infierno.
Provocaste nuestra caída en silencio.
Programaste paso a paso mi rendición y ahora no quiero nada más de ti. Mi mente
arde en deseo por tu recuerdo. Por verte un último segundo.
Eso me
pasa por tratar de retar al mismísimo ángel caído. Ni se te ocurra acerarte. No
voy a volverte a ver. Aunque sangre por dentro sé que si sofoco las llamas con
tus lágrimas de arrepentimiento, el siguiente paso es despertar en tus
entrañas. Y no estoy dispuesta a jugármela a una sola carta.
Creo que el amor es arriesgar. Es elegir. Porque
no pecamos sobre seguro. Siempre llueve sobre mojado. Y levantarse no es una opción.
Pero contigo he encontrado el plan B. La escapatoria a la conjunción perfecta
entre tu hielo y mi fuego. Y a sabiendas que juntos somos un espectáculo inigualable
me he dado cuenta que nos merecemos algo más que seguir provocando incendios de
nieve.
Porque he caído en la cuenta que encontrarnos
fue la mejor causalidad que hubiera podido desear. Aun sin saberlo. Gracias a
ello he aprendido que la infelicidad es una elección. La desgracia es una imposición
propia. Un castigo reiterativo en el que nos acomodamos. El dolor es la mejor
forma de la autocompasión.
Pensé que toparme con la misma piedra una y
otra vez era fruto de mi desdicha. La realidad, es un poco más dura. Me acostumbre
a ser la víctima. Creí que no había otro papel disponible para mí. Hasta que al
verme reflejada en tus pupilas congeladas descubrí que solo yo provoco el
siguiente paso. Cambiar de camino es sencillo, solo es necesario desearlo.
Porque al final descubrimos que el mañana es
una hoja en blanco en busca de un camino. Nuestro deber, cambiar de plan tantas
veces como lo necesitemos para seguir inspirándonos. Porque cada día cuenta.
Lorena Burcat.
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