miércoles, 28 de mayo de 2014

Fustiñana.








El color dorado del trigo. El gigante enamorado que aguarda nuestra llegada. Las rocosas montañas que servían de escondite a bandoleros fugitivos. Los molinos de viento que tanto y tan bien confundieron a Don Quijote de la Mancha. Paisajes fascinantes que aunque hace veintidós años que visito cada verano siempre consiguen encandilarme. La piscina municipal donde sofocar el calor asfixiante. Una compañía inmejorable. Primas pequeñas adorables. Lo siento, sigo siendo la mayor, aunque sea por cuatro meses. El Polo. No existe mejor lugar donde comprar chucherías. Aún recuerdo la bolsa gigante que nos preparaba Mari Tere con 200 pesetas. Entretenidas estábamos toda la tarde en la acera viendo el tiempo pasar.

Parece que fue ayer cuando corríamos los encierros a las ocho de la mañana. Previo caldito y cántico a San Justo y Pastor. Chocolate y churros a toneladas y vuelta a la cama. Parece que fue ayer y ya han pasado dos años. Hace tanto tiempo que  dejamos de reírnos a carcajadas perdidas en calles recónditas de un pueblo de Navarra que no me puedo creer que en dieciséis días sea el reencuentro. Volver a recuperar el tiempo olvidado.

Te extraño. Ambas sabemos cómo de especial es el pueblo para nosotras. Como la familia nos une. Y es que adoro formar parte de una GRAN familia. En mayúsculas. De las unidas, de las que a pesar de que vivamos en polos distintos hacemos lo posible e imposible por no perder el contacto.

Esta vez serán veinticuatro horas allí y un viaje de siete para llegar. Pero merecerá la pena. Esta vez es nuestro turno. Colocar nuestra fotografía de la graduación en el palmarés familiar. Pensé que no llegaría el día. No puedo contener la emoción al saber que te veo. En breves. En nada.

Siempre va bien tener un segundo hogar. Un lugar de escapatoria. Un sitio donde sabes que todo va a salir bien. Es necesario tener un plan B, incluso un plan Z. Para mí tu eres y siempre serás mi plan F.  No hay lugar donde hayamos sido más felices juntas. Mi infancia está construida a base de pelotas de la ludoteca, de autos de coche de la feria, de la charanga nocturna. De risas y confidencias.

Nunca está de más recordar de dónde venimos. Volver es como empezar de nuevo. Felicidad en estado puro.


Lorena Burcat.

No hay comentarios:

Publicar un comentario