El color dorado del trigo. El
gigante enamorado que aguarda nuestra llegada. Las rocosas montañas que servían
de escondite a bandoleros fugitivos. Los molinos de viento que tanto y tan bien
confundieron a Don Quijote de la Mancha. Paisajes fascinantes que aunque hace veintidós
años que visito cada verano siempre consiguen encandilarme. La piscina
municipal donde sofocar el calor asfixiante. Una compañía inmejorable. Primas
pequeñas adorables. Lo siento, sigo siendo la mayor, aunque sea por cuatro
meses. El Polo. No existe mejor lugar donde comprar chucherías. Aún recuerdo la
bolsa gigante que nos preparaba Mari Tere con 200 pesetas. Entretenidas estábamos
toda la tarde en la acera viendo el tiempo pasar.
Parece que fue ayer cuando corríamos
los encierros a las ocho de la mañana. Previo caldito y cántico a San Justo y
Pastor. Chocolate y churros a toneladas y vuelta a la cama. Parece que fue ayer
y ya han pasado dos años. Hace tanto tiempo que dejamos de reírnos a carcajadas perdidas en
calles recónditas de un pueblo de Navarra que no me puedo creer que en dieciséis
días sea el reencuentro. Volver a recuperar el tiempo olvidado.
Te extraño. Ambas sabemos cómo de
especial es el pueblo para nosotras. Como la familia nos une. Y es que adoro
formar parte de una GRAN familia. En mayúsculas. De las unidas, de las que a
pesar de que vivamos en polos distintos hacemos lo posible e imposible por no
perder el contacto.
Esta vez serán veinticuatro horas
allí y un viaje de siete para llegar. Pero merecerá la pena. Esta vez es
nuestro turno. Colocar nuestra fotografía de la graduación en el palmarés
familiar. Pensé que no llegaría el día. No puedo contener la emoción al saber
que te veo. En breves. En nada.
Siempre va bien tener un segundo
hogar. Un lugar de escapatoria. Un sitio donde sabes que todo va a salir bien.
Es necesario tener un plan B, incluso un plan Z. Para mí tu eres y siempre
serás mi plan F. No hay lugar donde
hayamos sido más felices juntas. Mi infancia está construida a base de pelotas
de la ludoteca, de autos de coche de la feria, de la charanga nocturna. De
risas y confidencias.
Nunca está de más recordar de dónde venimos.
Volver
es como empezar de nuevo. Felicidad en estado puro.
Lorena Burcat.
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