jueves, 22 de mayo de 2014

Escala de grises.



Sigo intentándolo. Sigo buscando la última pieza que le dé sentido al porque. Al porque estoy aquí refugiada en nuestra casa, tumbada en nuestra cama, pero tú no estás.

Sentir que las paredes se me caen encima. Que me falta el oxígeno. Que el tiempo no transcurre, que la vida se diluye como el hielo de mi vaso de whiskey. Temblar. Acojonarme por si no vuelves, por si nunca acabaste de llegar. Llorar hasta quedarme sin aire y buscarte a tientas para desahogarme como siempre. Nunca se nos dio bien hablar. Nuestras conversaciones se basaban en aullidos absurdos, diálogos de besugos. Si no fuera porque follar, follábamos hubiéramos sido dos desconocidos compartiendo techo. Follábamos mucho pero nuestra especialidad era fallarnos. Por ello  habíamos aprendido a conformarnos. A veces el amor duele. Duele olvidarse de uno mismo, anteponer principios y prioridades.

Tú eras de ver la vida en blanco y negro. Eras de extremos. De finales. De olvidar sin perdonar. De resignarse antes que arriesgarte. Yo era más de volar, de dejarme llevar. De aprender a soñar. Desaprender lo recorrido para volverme a sorprender.

 Un día nuestra línea empezó a tambalearse y decidimos, ciegamente y en silencio, dejar que el telón acabara de caer y así terminará la función. Supongo que escribo en pasado porque lo empiezo a asimilar. Un día prometiste que aunque tarde, llegarías. Ahora supongo que las promesas están para romperse.

Si hasta aquí hemos llegado, me parece bien. Aceptaré la derrota. Entenderé que desistas. No encontramos nuestro punto de conexión en nuestra particular escala de grises. Lo intenté y fracasé. Sé que jamás entenderás que fuera de las que prefiero quedarme en Madrid en pleno Agosto.  Ni que nos jugáramos el destino vacacional a piedra, papel o tijera. Hay historias que aunque han de ser no son. No llegan en el momento oportuno. No coinciden en el espacio, no se esmeran en buscar vistas a  un futuro en común.

Si algún día te da por acabar de entrar, tratar de entender, o simplemente ceder quizás ya no este. Quizás este, pero ausente. En la luna que un día prometiste bajar y ahí sigue recordándome cada noche lo que hubiera podido ser y no fue. Pero sí te da por encontrar un punto y seguido con vistas a algo más, llámame. Pero esta vez no prometas que todo saldrá bien. No sigas rompiendo tus palabras. Que esta vez sí algo has de romper sean los esquemas. Dejémonos llevar.


Lorena Burcat.

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