lunes, 26 de mayo de 2014

Punto y aparte.


Y pasadas media noche llega el momento de aceptar lo inaceptable. De dejar de negar lo evidente. No hay vuelta atrás. Una vez que se cae la venda de los ojos es inútil que los vuelvas a cerrar. Ya sabes que realidad te espera al abrirlos.

Malena creía que no era así. Que si no lo veía, no existía. Y así paso cada segundo de la noche sentada en su sofá destartalado y mirando al vacío existencial en el que se había convertido su ordenador apagado.Era inútil que se repitiera una y otra vez que era políticamente incorrecto. Que tenía un grave problema mental. Que nadie la entendería, empezando por ella misma.

A pesar de ya no ser una adolescente nunca había estado con un hombre. Si no contamos un par de besos fortuitos con un desconocido unas vacaciones de verano. Jamás había tenido pareja. Jamás un hombre la había tocado. Al menos consentidamente. Y pensándolo dos veces aquello no era un hombre. Pero, sin duda, nadie había conseguido hacerla sentirse mujer. Se seguía preguntando cómo era posible que siete años después aquel incidente cobrara un nuevo sentido. Como podía ser, que de repente, hubiese entendido el porqué exacto de aquel inestimable trauma.

Malena es una mujer, mujer. Con carácter, que tiene muy claro lo que quiere y lo que no. Jamás aceptaría que le pusieran una mano encima. Pero aquello... Aquel apartado ya era una nueva realidad. Una realidad con la que debería aprender a convivir.


( UN AÑO DESPUÉS)


Quizás odiemos las despedidas, incluso las bienvenidas. Pero, en ocasiones, de un pésimo principio se puede lograr la más bella historia de amor. La historia del amor propio.


Lorena Burcat.

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