miércoles, 30 de abril de 2014

Los imprescindible de abril.



La distancia. Nadie mejor que ella para enseñarte el valor de lo que dejas. De lo que reencontrarás. De lo que permanecerá. Y la magia siempre está presente. Y hay imprescindibles. Estos son los de abril.

      1. Las escapadas de fin de semana.




Porque a veces es necesario concedernos un capricho y marcharnos a descubrir nuevos rincones llenos de magia aunque sean solo un par de días. Es momento para desconectar, para descubrir y para disfrutar. A veces necesitamos concedernos unas horas fuera de nuestra rutina diaria para sorprendernos a nosotros mismos y reeditar la lista de deseos.

Aunque en Junio me lo voy a pasar viajando no podía desaprovechar esta oportunidad y en una semana me voy a buscar nuevos amantes pasajeros a la que fue mi ciudad por unos meses. Reencuentros, risas y muchas ganas de fiesta. Así que Londres prepárate porque promete ser una escapada épica.

         2. Mr. Wonderful.









Siempre he creído que la felicidad no es un estado anímico si no un estilo de vida. Creo en las personas que disfrutan ayudando a los otros a encontrar su propia felicidad. Por eso, y porque son encantadores, no podía olvidarme de Mr Wonderful.

Los descubrí cuando aún vivía en Barcelona. Recuerdo que iba volviendo a casa desde el trabajo y en el aparador de una tienda en Ronda General Mitre vi unas tazas preciosas con mensajes realmente inspiradores. No pude resistirme a la tentación. Y desde entonces no les he perdido la pista.

Han ido creciendo como empresa pero siguen cuidando al detalle absolutamente todo lo que hacen. Se nota cuando alguien hace las cosas con amor, y está claro que ellos aman su trabajo. Sus productos son perfectos para cualquier ocasión. Regalos que nunca fallan. Son realmente geniales.

Pero el maravilloso equipo que existe detrás del producto final es aún más increíble si cabe. Podría seguir hablando de ellos por horas. Así que mejor entráis en su página web y comprobáis por vosotros mismos que absolutamente todo lo que he dicho es verdad. Quizás hasta me quede corta.

Además, Angi, socia de este estudio no-aburrido junto a su marido Javi, escribe cada día en su blog personal. Es realmente inspirador.



      3. Los parques de atracciones.





Me fascinan los parques de atracciones. Perderme durante horas contagiándome de la alegría ajena.  Es como entrar en un mundo paralelo lleno de diversión. He de confesar que al principio yo y las montañas rusas no nos entendíamos muy bien. Aunque he acabado sucumbiendo a las subidas de adrenalina que proporcionan. Hay algo realmente fascinante que te engancha. Tengas la edad que tengas no te puedes resistir a dejarte llevar por la emoción del momento. Hay tantos y tan distintos alrededor del mundo que no podría elegir uno.

Aunque siempre hay uno que recordaré con especial cariño. Mis padres nos regalaron a mi hermano y a mí por el cumpleaños diez días en Disney Land Paris. Creo que esa aventura siempre me acompañará allá a donde vaya. Vivir en un mundo de fantasía con 12 años fue un regalo tan emocionante que aún no he podido darles las gracias lo suficiente. Intenso y muy divertido, sin duda una gran experiencia.

Porque hay lugares que nos ayudan a desconectar del resto del mundo y a reconectar con nuestra niña interior.

      4. Las flores.



Para mi futuro marido, odio los ramos de flores. Para que vaya quedando claro.

No hay una explicación lógica pero no me gustan. Aunque una maceta con una planta nunca la rechazaré. Eso sí, no tengas altas expectativas sobre cuánto tiempo durará en mis manos.

Aun así las flores en general me fascinan. La primavera nos alegra con colores nuevos, olores deliciosos. Paisajes que inspiran. Es una bienvenida excepcional al calor, a nuevas sensaciones, a amores que duraran lo mismo que el mojito que estamos disfrutando en la barra de cualquier bar.


Si en algún lugar la magia flota en el ambiente antes esta explosión de color es sin duda en Holanda. Los campos de tulipanes son excitantes. Es un placer perderse entre la inmensidad de la belleza. Así que sin duda es un imprescindible más a esta nueva etapa del año. Porque derrochan amor y alegría allí donde van.

Nos leemos en mayo. Hasta entonces ¡ser felices!

Lorena Burcat.

martes, 29 de abril de 2014

Al final de la escalera.



Debes seguir creyendo que soy idiota por no haber llegado a tiempo. Que las indicaciones eran claras, sencillas. Las sonrisas sinceras y tus ojos chispeantes no podían contener las ganas que tenias de verme al final de la escalera.

Porque al final de la escalera todo podía ocurrir.

Ninguna relación es igual a la anterior pero de todas se aprende para la próxima. Tu querías que nuestra historia empezara poco a poco. Delicadamente. Con sentido. Que cada caricia significara una puerta abierta a una nueva realidad. Que cada beso fuera consentido, llenos de "parasiemprejuntoati". Que cada duda y cada herida cicatrizaran con ternura y con pasión. Que aunque el tiempo no todo lo cura sí que nos ofrece la perspectiva necesaria para asimilar el futuro.

El problema fue que no te tomaste el tiempo suficiente para comprender que no creo en los finales felices, porque no hay finales cuando las historias valen la pena. Que el amor se lucha cada día, en cada momento, en cada esquina.  Creíste que el camino hacia un nosotros no tenía perdida. 

Pero aunque para ti todo estaba hecho. Las indicaciones nunca me llegaron. Jamás creí que existiera un camino hacia tus brazos.Supongo que sigues esperando a que encuentre esa puerta que dejaste entreabierta a medianoche para que recorriera a tientas las escaleras que me dirigían directamente a un futuro en común. 

 La próxima vez dejémonos de indirectas y atrévete a fracasar.

Lorena Burcat.

lunes, 28 de abril de 2014

Vacíos.


El vacío abrió la puerta a la distancia, al silencio, a la incomprensión. Me fui alejando poco a poco. Un paso. Luego otro y otro más. Así hasta llegar al precipicio y dejarme caer. Porque el dolor no podía remitir ni la angustia podía ampliarse. Dónde había dejado los me quiero solo quedaban lágrimas amargas reclamando unos últimos segundos de  atención.


Durante los segundos eternos de la caída entendí que los vacíos están para llenarse. Que podemos volver a completarnos. Que somos puzzles que encajamos con más de una pieza. Que es absurdo decidir contemplar la vida pasar simplemente porque un día la aventura no estuvo a la altura de nuestras expectativas.

La vida es más que un camino tormentoso que hemos de recorrer para hallar una recompensa.

La recompensa es la gratitud de poder recorrer el sendero de los sueños en armonía. Disfrutando de los pequeños placeres. De las distancia recorridas y por recorrer. Se trata de poder reflejarnos en las ilusiones de los demás. De tener una lista de objetivos y cumplirlos. Ir reeditando cada mañana los sueños y ampliándolos, dándoles alas para que puedas llegar a volar.


Y así fue como en plena caída, tras comprender que los vacíos se pueden volver a llenar exhale profundamente, extendí mis alas y me dirigí de nuevo hacia la entrada de una nueva etapa.
Lorena Burcat.



viernes, 25 de abril de 2014

Segundas oportunidades.


 Ahora todo empieza a encajar. Crees que soy yo la que voy a sufrir. La que no  puedo vivir sin ti. Voy a desfallecer.

Aunque te niegues a aceptar la realidad, tu mirada te delata. Tu pulso se acelera y tu boca se seca. En algún momento los secretos dejaran de existir. Para entonces estoy segura que te será imposible no sonrojarte ante la evidencia de nuestra atracción.

No hace falta saber sumar dos más dos para saber qué es lo que te pasa. Quien es la responsable de tu incomodidad matutina. Contigo o sin ti, mañana seguirá amaneciendo y al anochecer caerá otra presa. Esta vez la depredadora voy a ser yo.

Crees que como yo hay mil. Apostadas a los pies de tu cama mendigando por una noche de placer. Seguramente. Pobres, no saben lo que les espera. Siento decirte que a mí no eres capaz de saciarme. Pero no te sientas mal por ello, alguna te sabrá apreciar solo por tu dinero. Aunque si aun me necesitas quizás con alguna clase con el diablo puedas tener otra oportunidad.

La última noche, el caos resurgirá de sus entrañas y aparecerá a nuestros pies. Entonces el azar quizás sepa encajar la última pieza de la ecuación. Quizás si sabes moverte bien sobre el tablero una última jugada maestra te revele el paradero de las llaves de mi habitación. Lo único seguro es que esa noche servirá para hacer confesiones que por la mañana no deberemos contestar.


Lo único seguro es que volverás arrastrándote a  mí.

Lorena Burcat.

jueves, 24 de abril de 2014

Declaración de intenciones.


Deshacer sobre nuestros pasos el camino de baldosas amarillas. Recorrer no es sinónimo de avanzar. Y  tratar de encontrar un nosotros en común puede significar la perdida de la individualidad. Arriesgar no suele ser la opción escogida.

Piensa que no todo sale según lo previsto. Que ni somos racionales ni perfectos. Que también pecamos. A veces las disculpas no llegan en el momento esperado. Las altas expectativas pueden llegar a convertirse en obstáculos infranqueables. La felicidad se pelea a cada instante. Ni hay sonrisas eternas, ni lagrimas que no dejan huella.

Callar nunca fue mi fuerte. Es mejor morir luchando aun que sea por improbables que conformarse con una mediocre realidad. Los valores marcan nuestro destino. Los principios no son principios hasta que nos cuestan algo. Y no hay mayor acto de romanticismo que olvidarnos de nuestros "yo nunca". No hay finales sin bienvenidas entre fuegos artificiales.

Algunas historias simplemente nacieron para sobrevivir plasmadas en trozos de papel. Si quiere podemos arriesgarnos y escoger fracasar. Quien revive de sus propias cenizas tras caer aprende que la victoria es el camino. Así que podríamos  amanecer juntos mañana. No prometo un THE END memorable. 

Pero créeme, la aventura siempre continua después del beso final.

Lorena Burcat.

miércoles, 23 de abril de 2014

Embrujo.

Me quedo eclipsado viéndote bailar sobre las luces de esta ciudad silenciada. Te mueves al ritmo de los latidos de tu corazón mientras mi alma arde en llamas. Aun no soy capaz de entender que sutil hechizo vertiste sobre mi. Solo puede ser cuestión de brujería que siga hipnotizado por tus caderas. Estoy seguro de que tus labios son la fuente de la juventud. Sin duda, estaría eternamente calmando mi sed entre tus brazos.

Me miras y te ruborizas. Te enciendes. Y de repente hace mucho calor. Todo sobra, Faltan palabras que ninguno de los dos somos capaces de pronunciar. No es cuestión de idiomas, es cuestión de embrujo nocturno.Copa tras copa acabamos tendidos en el suelo dibujando sonrisas entre las estrellas de una historia que parece empezar. 

París desaparece a nuestras espaldas y este amanecer entre mis sabanas no podía tener mejor compañía. Mientras enredo mis dedos entre tu pelo  me doy cuenta de que a tu lado todo puede acontecer. 

Contigo cualquier noche puede salir el sol.

Lorena Burcat.

martes, 22 de abril de 2014

Nunca.



Aunque mi memoria flaquee el tacto de tus dedos recorriendo mi piel sigue marcándome el camino de vuelta a casa. 

Todo se ha convertido en recuerdos inconexos. Borrosos. Aquella noche fue como si una bandada de aves tropicales decidiera levantar el vuelo al mismo tiempo. Las nubes dibujaban el devenir de futuras esdrujulas. Relatando un futuro aún por definir. Sentí que desfallecía. Que tus brazos eran mi perdición. Tu boca mi salvación. 

Dicen que cuando nos enamoramos sentimos mariposas revolotear en nuestro interior. Creo que dichas mariposas son fruto del despertar un domingo pos-resaca .La única cura posible es un atracón de chocolate. Aun así, esto fue diferente. Fue más. Mucho más. Cuando nuestras miradas se cruzaron por primera vez fue como estar zambullido en una danza exótica al filo del atardecer. Por mucho que estuviera dispuesta a aguantar al final es absurdo no rendirse ante lo evidente. 

Solo te pido que a pesar de lo que te digan las nubes, no me dejes de salvar. Nunca. 

Lorena Burcat.

lunes, 21 de abril de 2014

Barcelona.


Aun a tientas en la distancia te sigo necesitando para respirar.

 Cuando los días empiezan a ir a cámara lenta me refugio en mis recuerdos. En nuestras historia en común. Avanzar entre la multitud a ciegas. Dejándome llevar sin rumbo fijo. Ni falta que hacía, siempre fue una grata aventura perderme entre tus entrañas.

Aterrizar en ti me emociona. Es como verte por primera vez cada día. Los colores que te visten, los olores que te envuelven. Puedes encontrarlos en cualquier lado pero nunca es igual. Porque contigo siempre es más. Porque como las cosas que realmente valen la pena, contigo todo empieza a media noche. Porque la magia ocurre en las alturas. Solo hay que aventurarse a hacer equilibrio entre los tejados como un gato solitario.

Mi mejor promesa es a tus pies mi ciudad.

La nostalgia me envuelve recordando las noches de verano de garito en garito. Viendo el amanecer desde la playa. Tu belleza al atardecer enamora a cualquiera. Me fascina ver a la gente entrar y salir. Pasar. Soñar. Porque tú cambias a cualquiera. Una vez te han probado no  hay quien pueda resistirse. A Roma siempre se ha de volver una segunda vez. Contigo eso es imposible, porque una vez se entra una parte de nosotros nunca vuelve a salir y se queda eternamente iluminando tus aceras. Eres las promesas y la pasión de ese primer amor de verano que todos hemos vivido. Y que nos ha marcado.


Porque si París siempre será mi amante pasajera, yo contigo quiero pasar toda la vida. Porque sí pudiera me casaba contigo, Barcelona.

Lorena Burcat.

viernes, 18 de abril de 2014

Mensajes a la deriva.


“Como las partículas suspendidas. Como la frase no acabada. Como un beso nunca dado. Los recuerdos olvidados no existen. Nadie muere mientras siga en presente entre los vivos. Deberíamos entretenernos más a menudo descifrando historias ajenas. Quizás así, y solo así, seriamos capaz de construir la nuestra”.

Posiblemente nunca lo recibas. Quizás nunca lo envié. Me siento como si fuera a lanzar en medio del océano una botella.  Sin destinatario. Con un remitente incierto. Con un mensaje incompleto. Quien la recoja podrá imaginar mil historias sobre ella. Sobre su contenido. Sobre su continente.

Quizás se aventure a escribir otra historia. A compensar sutilmente la balanza. A jugar a ser dios mediando entre dos almas incomprensible. Podría lanzarla al mar de nuevo. Quizás así tú lo recibas por casualidad e imagines que alguien se dirige a ti. Fruto de tus enajenaciones platónicas  continuarías esta historia que un loco desconocido un día empezó. Desearía que supieras donde remitir tus emociones. Podrían no ser las esperadas. Podrían suponer el final.


Pero, ¿no se trata de eso? No todas las historias son reciprocas. Ni tienen un final de cuento. Otras por no tener no tienen ni principio.

Lorena Burcat.

jueves, 17 de abril de 2014

Quizás.


Quizás fuera cuestión de ingenuidad. Quizás no te diste cuenta. O peor, no quisiste ser consciente de la realidad. Y es que aunque viajábamos en el mismo vagón teníamos destinos diferentes.

Esa fría noche de diciembre en el Oriente Express resulto ser mi gran tortura.

 Fantaseé con atarte en el vagón restaurante y darme un banquete memorable. De esos que pasan a la historia. Estoy seguro que acabaría indigestandome con tus miradas lascivas y con esa fingida inseguridad que me desbordaba.  Quería destrozarte las cuerdas vocales con tus gritos  desmesurados. Te haría ver las estrellas sin necesidad de asomarte por la ventanilla.

Sé que también estabas excitada. Toda tú desprendías esa aura de querer algo más que solo una fantasía nocturna. Sin promesas ni ataduras. No hacían falta palabras, solo gruñidos que indicaran el camino a seguir.

Quizás debí bajar en la misma estación .Seguirte y hacer que fracasáramos como amantes clandestinos. Hubiera sido un final de película. Pero de los de verdad. De los que ocurren una vez aparece “THE END”. Que no nos engañen. Esas historias siempre acaban fracasando. Siempre culparé a los guionistas ebrios de Hollywood por mis altas expectativas. Pero de eso, seguimos hablando mañana.

Nunca sabré a que sabes. Ni tu que tecla hubiera tocado yo para derruir todos tus muros de protección. No nos culpemos. Quizás no supimos leernos entre líneas. Sobre quizás está construido el mundo.


Aun me sigo preguntando cual hubiera sido la respuesta adecuada a tu sonrisa.

Lorena Burcat.

miércoles, 16 de abril de 2014

Hasta luego.


Y al filo del amanecer verte sonreír por última vez. Sinceramente odio tener que irme. Pero sé que no me perdonaría besarte una última vez. Las cosas no funcionan así. Atrasar lo inevitable no lo hace menos doloroso.

Ha sido una noche magnifica. Apoteósica. Te luciste. Nos salimos. Y aunque me niegue a reconocerlo estallé de placer al oírte susurrar un te quiero en medio del fragor de la batalla.  Y aunque fuera como consecuencia del alcohol y del estado de éxtasis en el que estábamos sumergidos fue suficiente para hacer saltar todas las alarmas.

Necesito huir. Salir corriendo. Y jamás regresar. Sé que antes de cerrar tu puerta me mirarás. Y lanzarás tu última sonrisa seductora. Es tu manera de suplicarme que me detenga. Que podemos volver a empezar. Que no debemos cambiar este magnífico despertar. Pero es tarde. Hace demasiado tiempo que voy a la deriva entre sentimientos encontrados.

Hay historias que deben morir ficticiamente para que en la realidad podamos pasar  página. Algunas acaban más dramáticamente que otras. Siento que nuestra historia se merece un hasta luego. Algún día nos volveremos a cruzar y espero que ya no me duela haber tenido que despedirme por los dos.


 Hasta entonces te ruego que me olvides. Que te alejes. Que no me creas. Que vuelvas.

Lorena Burcat.

martes, 15 de abril de 2014

Adiós.


Algún día pensé en escribirte. En darte una nota y marcharme. En dejar en tus manos nuestra historia. Siempre fui un cobarde.

Cada vez que llegaba, tú ya estabas sentada en la estación. Sonreías y seguías susurrando canciones mientras agitabas tímidamente la cabeza. Y miraba e imaginaba que me susurrabas a mí. A un completo desconocido. A un chico más con el que tenías minutos de intimidad comedida cada mañana. Verte entre los transeúntes ajetreados a primera hora hacia que me planteara si seguía en la cama teniendo alucinaciones nocturnas.

A pesar de estar a veinte metros de distancia sentía que nos separaba un océano y suplicaba por poder acabar entre tus piernas.  Recuerdo que ese martes cogí el autobús jurando que mañana te llamaría. Mañana retaría al azahar, sí era necesario, por ser el artífice de tu sonrisa pícara. Y mientras me alejaba sentí que te perdía.

Desee correr y correr. Volver.  Rece por provocar un último encuentro fortuito. Suplique para que el destino me concediera una tregua. Aunque solo fueran 10 minutos.  Los aprovecharía para acercarme y secuestrarte. Prolongaría esos  minutos hasta la eternidad. Te explicaría con solo una mirada todo lo que llevaba callando estos tres meses. Gritaría a sonrisas torcidas todas las locuras que se me habían ocurrido contigo. Porque era una dulce tortura soñarte en la distancia.

Esta mañana mientras me esperabas en la estación el despertador ha seguido sonando mientras yo me apagaba soñando en improbables.


Lo siento, nunca se me dieron bien las despedidas.

Lorena Burcat.

lunes, 14 de abril de 2014

Ocho minutos.


“ En los próximos ocho minutos todo lo que va a ocurrir es que se va a caer el telón rompiendo tu reflejo para siempre. A partir de entonces no vuelvas a esperar nada de mí porque voy a dejar de existir.”

Y así, con una tranquilidad abrumante me dijiste adiós. Hasta siempre.

Recuerdo esos ocho minutos con una agonía asfixiante. Al principio, pensé que me tomabas el pelo. Empecé a repasar interiormente todas tus posibles sonrisas esperando hallar entre ellas la solución a este maldito enigma. El tiempo pasaba y los segundos contaban. Me gritaban enfurecidos tratando de que reaccionara. De que parara el tiempo. De que te besara y te retuviera conmigo. Pero lo cierto es que nunca se me dio bien luchar por imposibles. Me dio por estallar a reír. A carcajada limpia. Mientras, me mirabas atónitamente. Deduciendo que no te creía. Entonces entendí la realidad. Seguías creyéndote que éramos parte de una película de segunda B. Tu como guionista frustrado, destinado al inminente fracaso. Tratando de salvar lo que te quedaba de hombría. Acepté la derrota. Acepté me perdías. Que nos debíamos olvidar. Y de repente empezó la tormenta.

La cuenta atrás acabo. De pronto me diste la espalda y te fuiste. Como si todo hubiera sido fruto de una ensoñación y ahora estuviera despertando resacosa después de un fin de año de desfase.  En mitad de la noche me di a la bebida esperando encontrarte en cada gota que abrasaba mi interior. Prometiste que no volverías. Que esta vez era para siempre.


Pero se me olvidó que a veces un para siempre dura un instante. 

Lorena Burcat.

viernes, 11 de abril de 2014

Una brújula que persiga nuestros sueños.


Un día, sin venir a cuento me preguntaste insistentemente cual sería mi destino para perderme, para buscarme, para encontrarte. Espero que la respuesta no llegue muy tarde.

París. Sin duda el destino para la gran aventura sería la supuesta ciudad del amor. Arte, moda y gastronomía. Todo en uno en mi ciudad preferida.

Para ello necesitaría un compañero de viaje que le gustara viajar en tren. Para mi es la mejor manera de llegar a París. Sobre todo, sí hay tiempo para hacer un alto en el camino. Desviarnos de nuestra ruta y parar en Chateaurox. Y comer en Auberge de Savoie.

Una vez llegados a nuestro destino recorreríamos sin parar las eternas calles del barrio de montmatre. Por es necesario alguien que me siga el ritmo. Que esté dispuesto a parase cada veinte minutos. Alguien concienciado en que lo que más visitará de París son sus restaurantes. Soy una fanática de la gastronomía. No especialmente de la francesa. Pero reconozco que podría pasarme el resto de mi vida degustando la comida de Kinuagua. Quizás no toda la vida. Pero casi casi. Así que la paciencia es imprescindible. ¡Ah! Y el sentido del humor. No hay mejor acompañante para una comida exquisita que una buena conversación y muchas, muchas risas.

Que amara la cultura. Que apreciara la supremacía del arte. Y si no es así, al menos que supiera disimular. Detesto ir a los muesos y ver a la gente con cara de estar en el matadero.

Alguien que le guste la exclusividad. Porque me fascina perderme entre las galerías Printemps, en el Boulevard Haussmann. No tan célebres como Galeries Lafayette. Pero tienen unas colecciones increíbles de joyería y vestidos de cóctel.

Hay tanto con que deleitarse en París que lo más importante sería un acompañante que no estuviera mirando el reloj cada dos minutos. El tiempo es para disfrutarlo. Para jugar a nuestro favor. Para devolvernos a nuestra niñez entre la belleza a temporal de la ciudad más exquisita.


A cambio prometo desvelar mis mejores secretos a cerca de donde extasiarnos en la ciudad del amor. Para que juntos sigamos a la brújula que persigue nuestros sueños. 

Lorena Burcat.

jueves, 10 de abril de 2014

Estaciones perdidas.


El tren de las ocho y veinte sale desde el andén cuatro. Cada mañana, con destinación desconocida. Tú tímidamente te sientas en el andén tres a las ocho y cuarto con un humeante café esperando que aparezca. Aguardando a que el chico misterioso  haga su aparición estelar de tres minutos y cincuenta segundos y cambie tu día. Os miráis y le sonríes tímidamente. Y después de esto sigues en las nubes esperando que sea mañana cuando se decida a cruzar y saludarte. Que seguro que mañana empieza la historia de tu vida. Y esperando un mañana un día no volvió a aparecer.

Si esto fuera una maldita película de amor el chico no solo iría a hablarte, sino que te invitaría a subirte con el al tren hacia un destino incierto y fascinante. Recorrerías París durante el día y cenaríais en Roma al atardecer. Haríais el amor en las paradisíacas playas de Tailandia y sacaríais vuestro lado salvaje en Los Ángeles. Sería simpático y gracioso. Un Peter pan con alma de justiciero. Un guitarrista vocacional, un fotógrafo profesional. O mejor un espía ingles destinado a conquistar tu corazón. James Bond pero con más clase.

Y es que la imaginación es generosa. Soñar sigue siendo gratis y un tanto cobarde. Sí no hacemos nada por alcanzar nuestros objetivos.  Jugar a las adivinanzas suele acabar en llanto. Hay miradas que nos dejan incógnitas que nos bloquean. Mensajes indescifrables que hacen que acabemos perdiendo la cabeza. La vida suele ser muy caprichosa.  Y tratar de crear una historia factible hecha de pedazos de desconcierto y suposiciones es muy peligroso.

Pero a veces la rigidez de que algo así no nos perteneces hace que nosotros mismos seamos quien encarcelemos nuestra alma soñadora. Encontrar el punto medio  es la clave. Pero es tan difícil como permanecer impasibles a las sonrisas picaras y a las miradas que desnudan almas. Protegernos está bien. Pero levantar un muro sin asegurarnos suministros en el interior seguramente acabe en un suicido masivo.


Y por mucho que pase seguimos aquí. Y entre capricho y capricho continuamos soñando despiertas cual adolescentes hormonadas que un día nuestra realidad superara la ficción. Quizás de lo que no seamos conscientes es que las historias que inventamos en nuestra cabeza no tienen final feliz porque nunca llegaron  a tener un principio.

Lorena Burcat.

miércoles, 9 de abril de 2014

Miradas.


No podría llegar a contar con cuantas personas al cabo del día llegamos a cruzar nuestra mirada. Miradas agonizantes. Miradas serenas. Miradas que chispean vida. Miradas deprimidas. Miradas que transmiten. Miradas congeladas. Y luego tu mirada.

Al día es imposible no enamorase de las miradas de desconocidos que nos gritan en silencio sus vidas pasajeras. Vidas que no son más que acciones conjuntadas para el resto pero que dotan de valor y significado cada paso que dan. Intentar leer entre las líneas invisibles de los ojos ajenos me da vida. Y Debemos vivir enamorados. Enganchados a la vida.

No hace falta etiquetar nuestros odios y amores. Podemos descubrir las pasiones de los demás solo observando cómo se encienden sus pupilas. Es fundamental saber determinar dónde está el NO. Cuáles son los SI que marcan la diferencia entre un buen día y uno memorable.

Si a los zumos de naranja recién exprimidos con pulpa incluida. Si a los días de lluvia sin paraguas ni rumbo fijo. Si a mí sonrisa indiscreta tras un atracón de comida india. Si a las velas que iluminan la oscuridad del alma. Si a las caricias que te acompañan hasta los brazos de Morfeo. Si a la música que me aísla de la realidad y hace que les ponga mi propia voz a los personajes de ficción. Si a los abrazos interminables. Si a las lágrimas que eliminan las penas. Si a tu mirada perdida en mi cuerpo. Si al recorrer el mundo en invierno sin salir de la cama. Si a dejarte ir, porque no necesito que vuelvas para seguir siendo feliz.

Pero hay algún NO clave en la vida. Algún NO que marca la diferencia. Algún NO que me acompaña día tras día y me ayuda a seguir siendo yo.

Y ese NO es un no a la rutina. No a dejarme de ilusionar cada mañana. No a dejar de disfrutar con los rayos de sol. No a volverme monótona. No al aburrimiento. No al café. No a dejar de sonreír. No a empezar a observar la vida y dejarla pasar. No a dejar de soñar. No a dejar de alcanzar los sueños.


Y es que al final lo que nos define es todo aquello que nos apasiona y aquello que rechazamos. Aquello que nos enfurece y lo que nos calma. Todos los NO y los SI que nos acompañan, que cambian, que llegan para quedarse o que simplemente se pasean fugazmente cual aparición estelar. Aquellos que hacen que podamos seguir apreciando los matices que hacen que nos enamoremos cada día de miradas ajenas.

Lorena Burcat.

martes, 8 de abril de 2014

Romances de verano.


Hay amores cortos e intensos. Duraderos y pasionales. Algunos más memorables que otros. Algunos simplemente sirven de etapa intermedia. De puente. Para pasar de un capitulo a otro. De punto y aparte. Al fin y al cabo, todos son necesarios. Todos son importantes en la medida que nos marcan en nuestra vida. Que dejamos que nos afecten. Hay amores perros. Y luego están los romances de verano. Uno de mis favoritos.

Amores que duran como máximo tres meses. Divertidos y desenfadados. Colaboran a que los días al sol y las noches en las terrazas de cualquier lugar sean más arrolladores. Que cautivan y te hacen derretir. Amores que no necesitan largas explicaciones, ni toda la verdad. Amores que dan por descontado que cualquier promesa que sobrepase septiembre no tiene validez. Que los te quiero son fruto de insolaciones y borracheras. Amores que pasan como huracanes devastándonos a caricias y sexo desenfrenado. Que nos deje hecho añicos. Que otro ya nos reconstruirá en octubre.


Aún recuerdo mi último amor de verano. Miami fue un gran romance. Pero todo el mundo sabe que en algún momento llega septiembre. Y con ello, la vuelta a la normalidad. Aunque sin esos amores pasionales con fecha de caducidad prescrita el resto del año no tendría el mismo color, el mismo sabor. En Junio probaré fortuna como amante en Colombia. Quizás sud américa se me dé mejor.

Lorena Burcat.

lunes, 7 de abril de 2014

Hipotecando vidas.


Y cada vez es más amargo pasear por las sombrías calles de la ciudad. Carteles que se agolpan en las ventanas y balcones de las viviendas gritando desesperados buscando nuevos inquilinos. Tratando de encontrar otra familia que vuelva a prender con su simpatía y sus ilusiones el calor del hogar.

Un hogar donde soñar. Donde poder descansar y poder potenciar las mentes inquietas de los más pequeños. Dándoles cuatro paredes para seguir imaginando el mundo al otro lado. Donde crecer y descubrir los maravillosos detalles que marcan la diferencia.

Diferencias entre las deudas que crecen y las esperanzas que se recortan. Recortes en los sueldos y en las posibilidades. Reducción de vidas diarias silenciadas por medios que se venden baratos.

Vidas hipotecadas con vistas a inminentes desahucios. Pisos vacíos con las emociones agrietadas. Políticos que entre copa y copa deciden a la ruleta rusa que ley crear para hacernos desquiciar un poco más. Jugando a quemarnos. A recortarnos y silenciar. Que eso va a la par. Nos hemos acabado convirtiendo en títeres de niños dementes.

Y nos dejan seguir protestando en las calles, porque las decisiones las siguen tomando desde sus sofás. Ignorando una realidad cada día más tangible. Convirtiendo las dificultades en eslóganes baratos para venderse caros en el resto del mundo.


Viendo su farsa debemos seguir exigiendo y creciendo. Convirtiéndonos en la voz de los silenciados. De los que menos pueden y más quieren. Sin caer en esta carrera económica por salvar nuestro propio culo. Luchando a nuestra manera contra aquellos que siguen hipotecando vidas.

Lorena Burcat.

viernes, 4 de abril de 2014

Felices 17.







Hace 17 años estaba por la autopista agitando un pañuelo blanco para que papa pudiera ir más deprisa para llegar a tiempo a tu nacimiento. Una visión de lo que partir de entonces iba a ser mi vida. Corre y recorrer un serpenteante camino, eso sí, siempre en buena compañía. Esos recuerdos son de los que jamás se olvidan. Que pase lo que pase siempre pertenecen a esa parte de cosas únicas de la vida. Y en cuestión de horas pase de ser hija única a la hermana mayor, ¡cuánta responsabilidad!

Y a partir del 4 de Abril de 1997 mi vida cambio un poco más. Porque a partir del mismo instante que te tuve en mis brazos y mire a los papas y ellos sonrieron supe que nada malo nos iba a pasar. Porque hay mil instantes que conforman nuestra historia. Miles de batallas que algún día espero poder contar a mis sobrinos. Sonrisas y lágrimas que me acompañan en este recorrido por alcanzar mis sueños.

Y te escribo porque a pesar de la distancia siempre estás conmigo. De una manera u otra. No hay nada que pueda hacerme olvidar esos ojos llenos de vida que me retan.

Quería decirte que tienes mi apoyo, para que los días de fatiga tengas donde agarrarte y seguir caminando. Estaré ahí como una linterna de batería inagotable. Para los días de nieblas, cuando no puedas ver más allá de tus narices puedas seguir iluminando tus sueños. Porque en esta vida lo más importante es encontrar a aquellas personas en las que confiar ciegamente en el sendero de los sueños.

Y te deseo que conectes con tus sueños y los sigas hasta alcanzarlos. Que te ilusiones con cada amanecer, con cada abrazo, con cada palabra. Que aprendas que una sonrisa es la mejor arma contra la rutina. Que a batallar contra los miedos se aprende con esfuerzo, coraje y perseverancia. Que no hay obstáculo que pueda derribarnos si estamos conectados con nuestro potencial. No hay nada más gratificante que encontrar tu propia voz y ayudar a que otros la puedan hallar. Y que sea cual sea tu sueño allí estaré. La locura, igual que la felicidad, es contagiosa.

Es necesario hacer un alto en el camino y valorar todo el trayecto recorrido. Replantearse las metas y los objetivos y seguir luchando. Porque ha llegado el momento de hacer o morir en el intento. Porque no hay ningún destino preestablecido. Así que sueña desde las alturas y atrévete a volar. El riesgo es un parte imprescindible más del camino hacia el éxito.

Si algún día caes no dudes en levantarte. Si necesitas ayuda grita, allí estaré. Aprende de los errores, disfruta de las victorias y aprende a amar. Sin medida. Porque la vida se mueve por el corazón. Construyete a ti mismo. Sin importar el valor que otros te den. Eres un hombre realmente especial. Nunca dudes de tu potencial.

Te quiero. Y felicidades. La aventura continua un año más.

Y jamás olvides que es el momento de actuar, porque la historia sigue…







Lorena Burriel Catalán.





jueves, 3 de abril de 2014

La obviedad de la vida.


Nos levantamos, nos vestimos, desayunamos y conducimos hasta el trabajo. Pasamos, como mínimo ocho horas diarias en cubículos absurdos que nos exprimen nuestro potencial para que otros puedan cumplir sus sueños. A cambio, recibimos un salario con el que conformar una vida a base de recortar  nuestros sueños y alargar las dudas y las deudas.

Día tras día hacemos lo mismo. Una y otra vez. Sin pararnos a mirar el trayecto recorrido. Lo que aún queda. Y si realmente somos felices. Damos por hecho que todo continuará igual mañana. Ningún cambio. El mismo te quiero entre susurros. No te vayas a enterar y salgas corriendo. Y un ligero beso con gusto a café amargo. El mismo “buenas noches”, en la misma cama, con la misma compañía. Obviamente nada diferente.

Y en esta obviedad nos sentimos protegidos. Seguros, a salvo. Sabiendo que mañana nuestra infelicidad seguirá intacta. Nuestro valor seguirá en alza construyendo y pagando los sueños de aquellos que decidimos y permitimos un día que hoy controlen nuestras vidas. Y, sí. La libertad es tan subjetiva como difícil de conseguir.

Pero plantémonos por un instante que todo lo que hoy tenemos, mañana no existe. No más trabajos aborrecedores. No más rutinas que encarcelen nuestras ilusiones. No más facturas que nos opriman el alma. Pero que tampoco estará nuestra pareja al regresar a casa. Ni el quiosquero que nos guarda el periódico cada mañana. Ni el camarero que te alegra el día con un chiste casposo mientras te sirve un café extraído del infierno.

 Porque si nos diéramos realmente cuenta de que no hay nada seguro. Que mañana no sabemos dónde despertaremos. Entonces, y solo entonces empezaríamos a dar el valor real que tienen nuestros sueños. Porque seguimos empalmando días. Intentando encontrar el sentido a este sin sentido.

Y algo que me planteo cada mañana es si hoy fuera mi último día aquí, si sería así como me gustaría que fuese. Y podéis pensar que es más fácil desde mi posición. Ni hipotecas, ni hijos que alimentar y educar. Que siempre estoy a tiempo de volver a casa. Que a veces arriesgar es sinónimo de fracasar. Y tenéis razón .Tanta como excusas queráis encontrar a la insatisfacción personal.


Porque la vida está hecha para soñar. Para ayudar a que otros aprendan a soñar, a ilusionarse, a sonreír. Porque a ser feliz se puede aprender. Solo hay que tener la humildad y la valentía de querer aprender a ir un poco más allá. Que fracasar en intentar conseguir nuestros sueños es un alto más en el camino. Porque quien lo intenta reiteradamente lo consigue. Porque no hay nada más gratificante que cumplir los sueños. La felicidad es contagiosa.

Lorena Burcat.

miércoles, 2 de abril de 2014

Emprender.


Emprender un nuevo vuelo. Sin saber dónde vamos a aterrizar.

Nos pasamos la vida en estaciones, paradas y aeropuertos. Yendo de un lado al otro. E intentando en el transcurso de lo posible entender cuál será el nuevo paso. Que designio tendremos para mañana. Cuál  sería la respuesta adecuada para cada una de tus sonrisas.

 Pero no queramos saber todo. Mantener un orden y un control hace que no nos podamos aventurar a sentir sin rechazar. Porque el intentar saber de qué pie nos levantaremos mañana solo hace que no disfrutemos del hoy.

Y hemos de aprender a luchar contra las adversidades. Disfrutando cuando el viento venga de cara. Aprender que vender nuestra alma al diablo por un billete solo de ida no cambiara nuestra suerte.

Porque la suerte es algo que se gana, se crea, se construye. Cada día. A base de sonrisas, sudor y actitud. Emprender un camino de nuevo, a ciegas. Y desaprender todos los principios para volver a ilusionarnos cada mañana. Sabiendo que si algún día nos perdemos en toda esta vorágine de sentimientos y emociones trastornadas solo necesitaremos cerrar los ojos y dejarnos llevar. Porque en el fondo de nuestro interior está grabado a fuego el camino de regreso al hogar.

Lorena Burcat.

martes, 1 de abril de 2014

Es cuestión de confiar.


Y sin darnos cuenta decidimos pasar de página. Saltarnos la barrera de seguridad e ir hasta la última estación. Forzarnos a reír hasta acabar a carcajadas. Porque las lágrimas sirven para limpiar las heridas del ayer. Qué más da quien fue el culpable. Que los errores están para cometerlos. Para aprender de ellos. Para seguir hacia adelante.

La vida nos da oportunidades que no deberíamos rechazar. Volar, sentir, amar. Planear por los acantilados al atardecer. Dejar de maldecir y empezar a florecer.

Porque al fin y al cabo todos acabaremos escribiendo nuestro propio libro. Más intenso o más fugaz. Que todo dependerá de lo que estemos dispuesto a arriesgar. Que los capítulos están para vivirlos, para escribirlos y para entender que nuestra felicidad dependerá de lo que estemos dispuestos a dar. Porque la vida es un espejo. Lo que tú reflejes en él es lo que sucederá.

Así que lánzate al vacío con una sonrisa. Si confías, en pleno vuelo tus alas te harán soñar. 

Lorena Burcat.