Y cada vez es más amargo pasear
por las sombrías calles de la ciudad. Carteles que se agolpan en las ventanas y
balcones de las viviendas gritando desesperados buscando nuevos inquilinos.
Tratando de encontrar otra familia que vuelva a prender con su simpatía y sus
ilusiones el calor del hogar.
Un hogar donde soñar. Donde poder
descansar y poder potenciar las mentes inquietas de los más pequeños. Dándoles
cuatro paredes para seguir imaginando el mundo al otro lado. Donde crecer y
descubrir los maravillosos detalles que marcan la diferencia.
Diferencias entre las deudas que
crecen y las esperanzas que se recortan. Recortes en los sueldos y en las posibilidades.
Reducción de vidas diarias silenciadas por medios que se venden baratos.
Vidas hipotecadas con vistas a
inminentes desahucios. Pisos vacíos con las emociones agrietadas. Políticos que entre copa y copa deciden a la ruleta rusa
que ley crear para hacernos desquiciar un poco más. Jugando a quemarnos. A
recortarnos y silenciar. Que eso va a la par. Nos hemos acabado convirtiendo en
títeres de niños dementes.
Y nos dejan seguir protestando en
las calles, porque las decisiones las siguen tomando desde sus sofás. Ignorando
una realidad cada día más tangible. Convirtiendo las dificultades en eslóganes baratos
para venderse caros en el resto del mundo.
Viendo su farsa debemos seguir
exigiendo y creciendo. Convirtiéndonos en la voz de los silenciados. De los que
menos pueden y más quieren. Sin caer en esta carrera económica por salvar nuestro
propio culo. Luchando a nuestra manera contra aquellos que siguen hipotecando
vidas.
Lorena Burcat.
No hay comentarios:
Publicar un comentario