lunes, 21 de abril de 2014

Barcelona.


Aun a tientas en la distancia te sigo necesitando para respirar.

 Cuando los días empiezan a ir a cámara lenta me refugio en mis recuerdos. En nuestras historia en común. Avanzar entre la multitud a ciegas. Dejándome llevar sin rumbo fijo. Ni falta que hacía, siempre fue una grata aventura perderme entre tus entrañas.

Aterrizar en ti me emociona. Es como verte por primera vez cada día. Los colores que te visten, los olores que te envuelven. Puedes encontrarlos en cualquier lado pero nunca es igual. Porque contigo siempre es más. Porque como las cosas que realmente valen la pena, contigo todo empieza a media noche. Porque la magia ocurre en las alturas. Solo hay que aventurarse a hacer equilibrio entre los tejados como un gato solitario.

Mi mejor promesa es a tus pies mi ciudad.

La nostalgia me envuelve recordando las noches de verano de garito en garito. Viendo el amanecer desde la playa. Tu belleza al atardecer enamora a cualquiera. Me fascina ver a la gente entrar y salir. Pasar. Soñar. Porque tú cambias a cualquiera. Una vez te han probado no  hay quien pueda resistirse. A Roma siempre se ha de volver una segunda vez. Contigo eso es imposible, porque una vez se entra una parte de nosotros nunca vuelve a salir y se queda eternamente iluminando tus aceras. Eres las promesas y la pasión de ese primer amor de verano que todos hemos vivido. Y que nos ha marcado.


Porque si París siempre será mi amante pasajera, yo contigo quiero pasar toda la vida. Porque sí pudiera me casaba contigo, Barcelona.

Lorena Burcat.

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