martes, 22 de abril de 2014

Nunca.



Aunque mi memoria flaquee el tacto de tus dedos recorriendo mi piel sigue marcándome el camino de vuelta a casa. 

Todo se ha convertido en recuerdos inconexos. Borrosos. Aquella noche fue como si una bandada de aves tropicales decidiera levantar el vuelo al mismo tiempo. Las nubes dibujaban el devenir de futuras esdrujulas. Relatando un futuro aún por definir. Sentí que desfallecía. Que tus brazos eran mi perdición. Tu boca mi salvación. 

Dicen que cuando nos enamoramos sentimos mariposas revolotear en nuestro interior. Creo que dichas mariposas son fruto del despertar un domingo pos-resaca .La única cura posible es un atracón de chocolate. Aun así, esto fue diferente. Fue más. Mucho más. Cuando nuestras miradas se cruzaron por primera vez fue como estar zambullido en una danza exótica al filo del atardecer. Por mucho que estuviera dispuesta a aguantar al final es absurdo no rendirse ante lo evidente. 

Solo te pido que a pesar de lo que te digan las nubes, no me dejes de salvar. Nunca. 

Lorena Burcat.

No hay comentarios:

Publicar un comentario