Ahora
todo empieza a encajar. Crees que soy yo la que voy a sufrir. La que no puedo vivir sin ti. Voy a desfallecer.
Aunque te niegues a aceptar la
realidad, tu mirada te delata. Tu pulso se acelera y tu boca se seca. En algún momento
los secretos dejaran de existir. Para entonces estoy segura que te será imposible
no sonrojarte ante la evidencia de nuestra atracción.
No hace falta saber sumar dos más
dos para saber qué es lo que te pasa. Quien es la responsable de tu incomodidad
matutina. Contigo o sin ti, mañana seguirá amaneciendo y al anochecer caerá
otra presa. Esta vez la depredadora voy a ser yo.
Crees que como yo hay mil.
Apostadas a los pies de tu cama mendigando por una noche de placer. Seguramente.
Pobres, no saben lo que les espera. Siento decirte que a mí no eres capaz de
saciarme. Pero no te sientas mal por ello, alguna te sabrá apreciar solo por tu
dinero. Aunque si aun me necesitas quizás con alguna clase con el diablo puedas tener otra oportunidad.
La última noche, el caos resurgirá de sus entrañas y aparecerá a nuestros pies. Entonces el azar quizás sepa encajar la última pieza de la ecuación. Quizás
si sabes moverte bien sobre el tablero una última jugada maestra te revele el
paradero de las llaves de mi habitación. Lo único seguro es que esa noche servirá para hacer confesiones que por la mañana no deberemos contestar.
Lo único seguro es que volverás arrastrándote
a mí.
Lorena Burcat.
No hay comentarios:
Publicar un comentario