miércoles, 9 de abril de 2014

Miradas.


No podría llegar a contar con cuantas personas al cabo del día llegamos a cruzar nuestra mirada. Miradas agonizantes. Miradas serenas. Miradas que chispean vida. Miradas deprimidas. Miradas que transmiten. Miradas congeladas. Y luego tu mirada.

Al día es imposible no enamorase de las miradas de desconocidos que nos gritan en silencio sus vidas pasajeras. Vidas que no son más que acciones conjuntadas para el resto pero que dotan de valor y significado cada paso que dan. Intentar leer entre las líneas invisibles de los ojos ajenos me da vida. Y Debemos vivir enamorados. Enganchados a la vida.

No hace falta etiquetar nuestros odios y amores. Podemos descubrir las pasiones de los demás solo observando cómo se encienden sus pupilas. Es fundamental saber determinar dónde está el NO. Cuáles son los SI que marcan la diferencia entre un buen día y uno memorable.

Si a los zumos de naranja recién exprimidos con pulpa incluida. Si a los días de lluvia sin paraguas ni rumbo fijo. Si a mí sonrisa indiscreta tras un atracón de comida india. Si a las velas que iluminan la oscuridad del alma. Si a las caricias que te acompañan hasta los brazos de Morfeo. Si a la música que me aísla de la realidad y hace que les ponga mi propia voz a los personajes de ficción. Si a los abrazos interminables. Si a las lágrimas que eliminan las penas. Si a tu mirada perdida en mi cuerpo. Si al recorrer el mundo en invierno sin salir de la cama. Si a dejarte ir, porque no necesito que vuelvas para seguir siendo feliz.

Pero hay algún NO clave en la vida. Algún NO que marca la diferencia. Algún NO que me acompaña día tras día y me ayuda a seguir siendo yo.

Y ese NO es un no a la rutina. No a dejarme de ilusionar cada mañana. No a dejar de disfrutar con los rayos de sol. No a volverme monótona. No al aburrimiento. No al café. No a dejar de sonreír. No a empezar a observar la vida y dejarla pasar. No a dejar de soñar. No a dejar de alcanzar los sueños.


Y es que al final lo que nos define es todo aquello que nos apasiona y aquello que rechazamos. Aquello que nos enfurece y lo que nos calma. Todos los NO y los SI que nos acompañan, que cambian, que llegan para quedarse o que simplemente se pasean fugazmente cual aparición estelar. Aquellos que hacen que podamos seguir apreciando los matices que hacen que nos enamoremos cada día de miradas ajenas.

Lorena Burcat.

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