No podría llegar a contar con cuantas
personas al cabo del día llegamos a cruzar nuestra mirada. Miradas agonizantes.
Miradas serenas. Miradas que chispean vida. Miradas deprimidas. Miradas que
transmiten. Miradas congeladas. Y luego tu mirada.
Al día es imposible no enamorase
de las miradas de desconocidos que nos gritan en silencio sus vidas pasajeras.
Vidas que no son más que acciones conjuntadas para el resto pero que dotan de
valor y significado cada paso que dan. Intentar leer entre las líneas invisibles
de los ojos ajenos me da vida. Y Debemos vivir enamorados. Enganchados a la
vida.
No hace falta etiquetar nuestros
odios y amores. Podemos descubrir las pasiones de los demás solo observando cómo
se encienden sus pupilas. Es fundamental saber determinar dónde está el NO. Cuáles
son los SI que marcan la diferencia entre un buen día y uno memorable.
Si a los zumos de naranja recién exprimidos
con pulpa incluida. Si a los días de lluvia sin paraguas ni rumbo fijo. Si a mí
sonrisa indiscreta tras un atracón de comida india. Si a las velas que iluminan
la oscuridad del alma. Si a las caricias que te acompañan hasta los brazos de Morfeo.
Si a la música que me aísla de la realidad y hace que les ponga mi propia voz a
los personajes de ficción. Si a los abrazos interminables. Si a las lágrimas
que eliminan las penas. Si a tu mirada perdida en mi cuerpo. Si al recorrer el
mundo en invierno sin salir de la cama. Si a dejarte ir, porque no necesito que
vuelvas para seguir siendo feliz.
Pero hay algún NO clave en la
vida. Algún NO que marca la diferencia. Algún NO que me acompaña día tras día y
me ayuda a seguir siendo yo.
Y ese NO es un no a la rutina. No
a dejarme de ilusionar cada mañana. No a dejar de disfrutar con los rayos de
sol. No a volverme monótona. No al aburrimiento. No al café. No a dejar de sonreír.
No a empezar a observar la vida y dejarla pasar. No a dejar de soñar. No a
dejar de alcanzar los sueños.
Y es que al final lo que nos
define es todo aquello que nos apasiona y aquello que rechazamos. Aquello que
nos enfurece y lo que nos calma. Todos los NO y los SI que nos acompañan, que cambian,
que llegan para quedarse o que simplemente se pasean fugazmente cual aparición estelar.
Aquellos que hacen que podamos seguir apreciando los matices que hacen que nos
enamoremos cada día de miradas ajenas.
Lorena Burcat.
No hay comentarios:
Publicar un comentario