“Como las partículas suspendidas.
Como la frase no acabada. Como un beso nunca dado. Los recuerdos olvidados no
existen. Nadie muere mientras siga en presente entre los vivos. Deberíamos
entretenernos más a menudo descifrando historias ajenas. Quizás así, y solo así,
seriamos capaz de construir la nuestra”.
Posiblemente nunca lo recibas.
Quizás nunca lo envié. Me siento como si fuera a lanzar en medio del océano una
botella. Sin destinatario. Con un
remitente incierto. Con un mensaje incompleto. Quien la recoja podrá imaginar
mil historias sobre ella. Sobre su contenido. Sobre su continente.
Quizás se aventure a escribir otra
historia. A compensar sutilmente la balanza. A jugar a ser dios mediando entre
dos almas incomprensible. Podría lanzarla al mar de nuevo. Quizás así tú lo
recibas por casualidad e imagines que alguien se dirige a ti. Fruto de tus enajenaciones
platónicas continuarías esta historia
que un loco desconocido un día empezó. Desearía que supieras donde remitir tus
emociones. Podrían no ser las esperadas. Podrían suponer el final.
Pero, ¿no se trata de eso? No
todas las historias son reciprocas. Ni tienen un final de cuento. Otras por no
tener no tienen ni principio.
Lorena Burcat.
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