lunes, 8 de septiembre de 2014

De principios sin finales.


Soy una experta en bienvenidas. Mis expectativas suelen  crecer como la espuma, las emociones están a flor de piel .Todo huele a promesas verdaderas, sabe a quédate por mucho tiempo.

Me encantan las primeras frases de una novela. Los primeros compases de una canción. Abren puertas a sensaciones desconocidas. Son la antesala de guiones memorables, de escenas que accionan nuestros instintos primarios. Te dejan ver que es lo que te vas a perder si no te atreves a continuar. Te incitan a dejarte llevar.

Primeras veces que hablan de amores secretos, de tesoro ocultos. Viajes en el tiempo que evocan a cuentos de la mil y una noche. Cualquier época pasada envidiaría el final de esta aventura.

O eso creemos el primer día, incluso, quizás el segundo.

A medida que pasa el tiempo aprendemos que nada sale según lo previsto. Que las expectativas se venden demasiado al alza. Que las emociones se evaporan entre nubes espesas de cenizas. Que acabamos de rodillas persiguiendo destellos de sueños frustrados.

No puedo contar las veces que he llegado a escuchar que crecer es aprender a despedirse. Y cada vez que la oigo me repito que no es del todo cierto. Cada día tomamos decisiones que nos cambian en menor o mayor medida.

Llevo dos horas acostada a tu lado sin poder conciliar el sueño. Sigo repasando en diapositivas nuestros momentos más memorables. Aquellos que hacen que la balanza se incline a que mañana mi maleta siga en el trastero acumulando polvo. Hace tiempo deje de hacer listas con pros y contras. Porque aprendí que cada vez que enfrentaba nuestros defectos y nuestras virtudes para quedarme con aquello que me hiciera ganar, una parte de mí se perdía.

Hace dos días que me cuesta engullir. Soy incapaz de comer algo medianamente saludable. Supongo que todo es causado por todo el  tiempo que llevo empachándome de emociones ajenas por miedo a que me pasaría el día que me diese cuenta de que nuestra cuenta atrás ha llegado a su fin.

Cuando empezamos una nueva historia somos incapaces de narrar el final. Creemos que esta vez será la definitiva. Hemos encontrado el significado de hogar. Y el problema erradica en pensar que esta vez será diferente a la anterior. Cumpliendo los mismos hábitos esperamos resultados diferentes.

Quizás es que las ostias desde las alturas de mis expectativas me hayan vuelto un tanto incrédula, pero sÍ viviéramos con la intensidad de que mañana puede llegar el final estoy convencida de que creceríamos a pasos agigantados. Porque nos volveríamos expertos en narrar continuaciones sin comparar con la felicidad del primer momento. Y si somos capaces de seguir sin dudar que esto es lo que merecemos porque así lo decidimos aprenderemos que ni todos los finales  son felices ni   llegan en el punto y  aparte.


 Lorena Burriel.

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