miércoles, 3 de septiembre de 2014

¿Por qué hoy?


Hay aventuras que las empiezas por un motivo. Con un objetivo. Por una promesa. Por el deseo de buscar y hallar algo mejor. O al menos, diferente. O simplemente porque te has cansado de ver el mismo paisaje cada mañana y necesitas encontrar la fórmula para vencer a la rutina.

Cada día es un reto nuevo. Un desafío tras otro al que necesitamos enfrentarnos con la seguridad de que conseguiremos aquello que realmente deseamos. Porque no podemos crear nada que previamente no podamos imaginar.

Toda historia empieza con la determinación de que vamos a lograr algo nuevo. Acabamos viviendo entre momentos abstractos en los que nuestro potencial es la única llave con la que contamos para seguir avanzando.

Así que el día en el que decidimos emprender un nuevo viaje los miedos y las dudas se convierten en nuestros fieles acompañantes. Consejeros que nos dicen que volver es la opción adecuada. Que hay que estar loco por creer que en el mundo en el que vivimos vamos a ser aquellos capaces de romper las reglas y crear nuestra propia realidad.   Y deberíamos hacerles caso, o no.

Hace dos meses durante una conferencia a la que asistía en Bogotá un exitosa mujer dijo una frase que cambio parte de mí, del significado que yo le daba a cada sueño y reto que tenía por cumplir.

“Si no has abandonado hasta ahora, ¿Por qué hoy?”

Poco más hay que añadir. Cuando hay situaciones que no puedes controlar, que te sobrepasan. Granos de arena convertidos en montañas. Cuando levantamos muros infranqueables para que no nos puedan dañar solo hay dos posibles vías de solución.

O dejamos que la angustia venza a nuestra coherencia o aceptamos que estemos donde estemos siempre se puede continuar hacia adelante.

Si miramos un poco hacia atrás en el tiempo nos daremos cuenta que hemos pasado por vivencias iguales o peores y con el paso de los años se han convertido en el peor de los casos en valiosas enseñanzas o en anécdotas graciosas dignas de rememorar.

Todo en la vida tiene la importancia que nosotros decidimos otorgarles. Al final los problemas son del tamaño que nosotros queramos proporcionarles. Se comportan como reflejos a nuestros estímulos. Somos espejos y tenemos lo que reflejamos.

Nadie dijo que fuera fácil, pero merece la pena intentarlo, aunque sea solo por hoy.


Lorena Burcat.

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