Es curioso cuan previsibles nos
estamos volviendo. Nuestra vida se está convirtiendo en un cumulo insensato de rutinas
y hábitos.
Nos movemos por inercia. Nos
dejamos arrastrar por las multitudes. Nos dejamos llevar ante incoherencias y
falta de principios. Omitimos el vacío de nuestros corazones y nuestras mentes
repletas de mensajes confusos. Tergiversados.
Por inercia acabaremos cerrando capítulos
que ni sabíamos que habíamos abierto. Porque por inercia permitimos ceder antes
que retroceder. Somos animales instintivos. Se nos da bastante bien actuar.
Pero somos de los que disparamos y tras ello preguntamos.
Nos cuesta admitir que hemos
fallado. Aún más disculparnos por ello.
Somos de los que nos justificamos
por nuestros fracasos. Y el problema reside ahí. Admitámoslos. Gritémoslos a
los cuatro vientos. Porque un fracaso es la forma que tiene la vida de cuanto
deseas lo que deseas.
Por inercia queremos. Soñamos.
Pero son aspiraciones que poco inspiran porque carecen de pasión.
Pero lo peor es que por inercia
dejamos que la vida pase. Y la vida no pasa, en la vida se está.
Lorena Burcat.
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