lunes, 22 de septiembre de 2014

Regreso al futuro.


Dicen que es lo normal. Que todo tiene un proceso natural de curación. Las heridas necesitan tiempo para cicatrizar, para dejar de sangrar. Necesitamos espacio para que nuestro corazón no se desboque cada vez que vemos una sombra alargada que nos recuerda al pasado. Un pasado grisáceo que nos invade constantemente y no nos permite seguir avanzando.

Suponía que tras mes y medio sería sencillo. No fácil, pero al menos no me sentiría desfallecer al ver tu reflejo en la parada del autobús.  

El dolor persiste. Impotencia en estado puro es lo que he sentido al tenerte al otro lado de la calle y no atreverme ni a mirarte. He necesitado preguntar reiteradas veces para asegurarme que eras tú, que esta vez no era ninguna alucinación nocturna transitoria.

Es extraño verte en la distancia y que no te acerques a estrecharme entre tus brazos, que me cojas de la cintura y me hagas levitar o que con simplemente tu mirada entienda cada proposición que estas tramando efectuar. Complicado saber que lo que un día fue ya no será. Pero más jodido es no saber el porqué. Simplemente se acabó. Todo acabo desvaneciéndose entre humo de omisiones. Llego tan  inesperadamente como terminó.

Sé que no puedo continuar así. No puedo seguir reiterándome, pensando donde estará el error en cada palabra que llegamos a cruzar ese domingo. Porque se, que por muchas veces que le dé vueltas. Por muy mal intencionadamente piense jamás daré con la verdadera respuesta. Porque, posiblemente, ni tú mismo la sepas.


Si cuando hoy al principio te he visto solo he querido besarte, perderme en el tiempo y olvidar las incógnitas infinitas del que pasó. Ahora mismo solo tengo ganas de dormir y mañana será otro día. Pero no sé porque tengo la sensación de que pasará bastante tiempo hasta que consiga no sentirme que regreso al futuro cada vez que sienta tu presencia en alguna de las calles donde solía perder la inocencia.

Lorena Burcat.

No hay comentarios:

Publicar un comentario