jueves, 25 de septiembre de 2014

Viernes.


Mañana vuelve a ser viernes. 

Solían ser mis días preferidos. El pistoletazo de salida a aventuras indefinidas. Cenas para dos en el salón. Permitir que las velas se fundieran. Concierto en directo de nuestros cuerpos al alcanzar el éxtasis. Los viernes me permitía dejarme llevar. Subir un poco las expectativas. Tú solías bajar a cumplirlas. Disfrutar de la incerteza de que vendría mañana. Ración de besos por duplicado. Salíamos a quemar la noche o permanecíamos en casa adaptándonos a la sensación de que el plan de peli, manta y palomitas era un gran plan. Comida china para llevar. Sueños por duplicados. El viernes siempre era un gran día. 

ERA.

Hace un mes que mis días favoritos han empezado a ser los lunes. Por aquello de obviar la soledad del fin de semana sin un nosotros. Por eso de que todo vuelve a empezar. Nuevas oportunidades. Desaprender la sensación de tus manos en mi cintura. Volver a aprender a levitar.

Pero extraño las noches de viernes en las que no todo giraba a tu alrededor. En las que mi felicidad era la máxima. Mañana vuelve a ser viernes. Y voy a volver a salir. A quemar una noche que hicimos nuestra. A olvidar el punto en el que me perdí para encontrarme de frente con tu indiferencia que absurdamente me cautivó.

Quizás si el destino se pone un poco de mi parte pueda coincidir con aquel cantante tan mono del café de la esquina. Quizás pueda ser el comienzo de una nueva aventura. Una historia sin una muerte previamente anunciada.


Pero eso ya se verá. De momento lo único a lo que me voy a dedicar es a reconquistar mi noche. Reconquistarme a mí misma. 

Lorena Burcat.

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